jueves, 27 de abril de 2017

Mentiras y más mentiras

Recuerdo en el colegio de mi niñez, melancolía de lluvia tras los cristales, la peroratas de aquellos frailes trabucaires que pretendían adoctrinarnos. Rusia era la encarnación del mal. El Estado había privado a los padres de la posibilidad de educar a sus hijos, eliminando la patria potestad. De esta forma, esta institución quedaba absolutamente asumida por el Estado soviético en sustitución de los progenitores, lo que representaba, decían, su voluntad de acabar con la familia misma.

Han pasado los años, la URSS ha desaparecido y la familia corre serio riesgo de desaparecer : el individualismo feroz, el liberalismo económico y el hedonismo por bandera, han socavado de tal forma la institución que ya, en Alemania por ejemplo, la mitad de la población vive sola, los divorcios son un deporte en todo Occidente, los padres descuidan la educación de sus hijos en jornadas interminables de trabajo precario y mal pagado ( ¡ qué tiempos aquellos en que con el sueldo de un solo progenitor se sostenía a una familia ¡ ) y el relativismo moral inunda todas las conductas sociales. La Iglesia, vacíos sus templos, anda asustada, y los Papas no saben como dar con la formula para evitar su desaparición. Lo que nadie consiguió en dos milenios de cristianismo, lleva camino de lograrlo el capitalismo.

De aquellas mentiras estos lodos. Por el contrario, hoy, Rusia ( heredera de la moral soviética) es bastión de la familia, que se protege en todos los sentidos. La globalización a lo Soros y Karl Popper ( último estadio del capitalismo desintegrador que todo lo ha transformado en una mercancía) llama a todo esto tradicionalismo, y lo define como un enemigo de la libertad absoluta del único sujeto que reconoce exclusivamente en el aislado individuo, bien sometido, alienado y manipulado a su vez por los nuevos señores feudales : las multinacionales. Orwel se quedó corto.

¡ Cuántas mentiras debimos escuchar ¡

Más mentiras : entonces en aquellos años, todos los junta letras e intelectuales antisoviéticos de la guerra fría, utilizaban para desprestigiar al socialismo, dos argumentos : el primero, la imposibilidad de que cualquiera de los habitantes del “ telón de acero” pusiera emigrar o viajar a cualquier otro país del globo. Vivían los “ súbditos” del comunismo, decían, encerrados en una cárcel. Y el segundo argumento, añadía, que en cualquier país que cayera en las manos de estos malvados, la vuelta a atrás resultaba absolutamente imposible. Tal era, según ellos, el grado de opresión, que el error fatal de “ caer en sus garras de la maldita doctrina”, hacía del desgraciado país una cárcel perpetua, por los siglos de los siglos.

Recuerdo con cariño mi experiencia como estudiante en un campo de trabajo en Francia ( Chantier) durante el año 1969, con diversos estudiantes de todas las nacionalidades, entre ellos dos polacos y dos checoslovacos, que no eran precisamente dos emigrantes clandestinos, pues habían llegado con todos los documentos precisos y al finalizar el verano regresaron a sus países de origen. Se trataba al parecer de un “ telón de acero” con muchos agujeros.

Pienso en ellos, hoy en día, cuando veo a las pateras cruzar el estrecho de Libia o Marruecos o, levantarse muros en el Sahara, Ceuta, Melilla y el reciente y por construir en parte entre EEUU y Mexico.

¡ Cuántas mentiras ¡

Hoy, la URSS ha desaparecido y con ella, sus países satélites. Hubo vuelta atrás : la “carcel” no la derribo nadie, cayó desde dentro. En cualquier caso, se trataba de una “cárcel” de lo más amplio y ventilado, pues se se extendía desde Berlín hasta Vladivostok,  con viaje a Cuba incluido.



¡ Cuántas mentiras…… ¡