Recuerdo
en el colegio de mi niñez, melancolía de lluvia tras los
cristales, la peroratas de aquellos frailes trabucaires que
pretendían adoctrinarnos. Rusia era la encarnación del mal. El
Estado había privado a los padres de la posibilidad de educar a sus
hijos, eliminando la patria potestad. De esta forma, esta institución
quedaba absolutamente asumida por el Estado soviético en
sustitución de los progenitores, lo que representaba, decían, su
voluntad de acabar con la familia misma.
Han
pasado los años, la URSS ha desaparecido y la familia corre serio
riesgo de desaparecer : el individualismo feroz, el liberalismo
económico y el hedonismo por bandera, han socavado de tal forma la
institución que ya, en Alemania por ejemplo, la mitad de la
población vive sola, los divorcios son un deporte en todo Occidente,
los padres descuidan la educación de sus hijos en jornadas
interminables de trabajo precario y mal pagado ( ¡ qué tiempos
aquellos en que con el sueldo de un solo progenitor se sostenía a
una familia ¡ ) y el relativismo moral inunda todas las conductas
sociales. La Iglesia, vacíos sus templos, anda asustada, y los
Papas no saben como dar con la formula para evitar su desaparición.
Lo que nadie consiguió en dos milenios de cristianismo, lleva camino
de lograrlo el capitalismo.
De
aquellas mentiras estos lodos. Por el contrario, hoy, Rusia (
heredera de la moral soviética) es bastión de la familia, que se
protege en todos los sentidos. La globalización a lo Soros y Karl
Popper ( último estadio del capitalismo desintegrador que todo lo ha
transformado en una mercancía) llama a todo esto tradicionalismo, y
lo define como un enemigo de la libertad absoluta del único sujeto
que reconoce exclusivamente en el aislado individuo, bien sometido,
alienado y manipulado a su vez por los nuevos señores feudales : las
multinacionales. Orwel se quedó corto.
¡
Cuántas mentiras debimos escuchar ¡
Más
mentiras : entonces en aquellos años, todos los junta letras e
intelectuales antisoviéticos de la guerra fría, utilizaban para
desprestigiar al socialismo, dos argumentos : el primero, la
imposibilidad de que cualquiera de los habitantes del “ telón de
acero” pusiera emigrar o viajar a cualquier otro país del globo.
Vivían los “ súbditos” del comunismo, decían, encerrados en
una cárcel. Y el segundo argumento, añadía, que en cualquier país
que cayera en las manos de estos malvados, la vuelta a atrás
resultaba absolutamente imposible. Tal era, según ellos, el grado de
opresión, que el error fatal de “ caer en sus garras de la maldita
doctrina”, hacía del desgraciado país una cárcel perpetua, por
los siglos de los siglos.
Recuerdo
con cariño mi experiencia como estudiante en un campo de trabajo en
Francia ( Chantier) durante el año 1969, con diversos estudiantes de
todas las nacionalidades, entre ellos dos polacos y dos
checoslovacos, que no eran precisamente dos emigrantes clandestinos,
pues habían llegado con todos los documentos precisos y al finalizar
el verano regresaron a sus países de origen. Se trataba al parecer
de un “ telón de acero” con muchos agujeros.
Pienso
en ellos, hoy en día, cuando veo a las pateras cruzar el estrecho de
Libia o Marruecos o, levantarse muros en el Sahara, Ceuta, Melilla y
el reciente y por construir en parte entre EEUU y Mexico.
¡
Cuántas mentiras ¡
Hoy,
la URSS ha desaparecido y con ella, sus países satélites. Hubo
vuelta atrás : la “carcel” no la derribo nadie, cayó desde
dentro. En cualquier caso, se trataba de una “cárcel” de lo más
amplio y ventilado, pues se se extendía desde Berlín hasta
Vladivostok, con viaje a Cuba incluido.
¡
Cuántas mentiras…… ¡