Puede decirse, como se
apunta en cualquier corrillo callejero, que si bien hubo una época
en que a muchos de nuestros postulantes a políticos ( no a todos la
verdad, porque arribistas ya los había entonces) les guió el bien
común, el servicio a los demás, y un cierto proyecto político en
el mundo de las ideas, en la actualidad estos conceptos se ha
convertido en una antigualla y todo atisbo de decencia política ha
desaparecido por completo. Con alguna excepción, que siempre la
habrá, actualmente todos nuestros postulantes con posibilidades de
competir electoralmente ( otra cosa son los que en las listas son
puro relleno), se dividen en dos grupos : los que quieren tocar y
permanecer en el sillón, con sueldo por supuesto, y hacer en lo
sucesivo carrera política, o los que sin poder tocar sillón y
sueldo por el momento, comienzan a hacer méritos para la siguiente
oportunidad, que en breve esperan se les presente.
Existen – desde hace
tiempo- signos evidentes que delatan estas actitudes. Pongamos un
ejemplo, y examinemos el perfil habitual del político medio con
responsabilidades en cualquier ayuntamiento con cierto número de
habitantes ( hago excepción por tanto de los pueblos pequeños) o
en la presidencia de cualquiera de nuestras comarcas. El catecismo
de este político medio consiste en lo siguiente : primero,
hacer todo lo posible por captar a un electorado lo más amplio
posible, al que llamará trasversal ; segundo, huirá de los
problemas de verdad, los que existan en su pueblo o comarca, como el
gato del agua hirviendo. Si nadie denuncia el problema en cuestión,
callara él también ; si alguien levanta la voz y lo denuncia se
refugiará en la norma, la ley y la burocracia para evitar tomar una
decisión y, en cuanto pueda, trasladará el problema a otras
instancias. Producto de todo ello, y en tercer lugar,
hará como Don Tranquedo, siempre evitará los conflictos y su lema
será no moverse, ni dar que hablar. Riegos ninguno, vivir y dejar
vivir será su consigna. Cuarto, como sabe que quien manda de
verdad es una determinada clase social, regalará el oído a todo lo
que ahora se denominan emprendedores y empresas, con buenas palabras
y discursos. Y no digo que esto esté mal, sólo que sin otras
medidas estas solas resultan de lo más insuficientes ; es lo que
sucede cuando se carece de proyecto; quinto, fomentará
todo tipo de actividades, con generosas subvenciones clientelares
para todo tipo de asociaciones civiles, religiosas o lúdicas,
mercadillos, y mucha fiesta y charanga para tener entretenida y
distraída a la gente. Y por último, y sexto,
mantendrá normalmente una actividad lacayuna con los poderes
regionales y provinciales, sobre todo si son de su propio partido,
pues, no en vano sabrá el sabueso, que las listas próximas y los
puestos se reparten en esas alturas. Los intereses de su pueblo, ya
se sabe, vienen después. Estamos pensando, por ejemplo, en la más
que necesaria mejora y dotación del Hospital de Barbastro.
Todo este catecismo,
puede reducirse a dos mandamientos : no hacer prácticamente nada ,
salvo la pura gestión, y para el pueblo en general, toda la
charanga que se pueda. Ambos candidatos, el de izquierda y el de
derecha, mantendrán las cosas como siempre. Y excepcionalmente, el
de derecha, si la ocasión se presenta, te colará un pelotazo
urbanístico disfrazado de beneficioso desarrollo ; por su lado el
de izquierda, si ve vientos favorables en la opinión pública ( esta
siempre, las más de las veces, la maneja el de derecha con el
control de los medios) al tal pelotazo, votará a favor del mismo, o
como mucho se opondrá a él de forma más que tibia, simbólicamente.
Como consecuencia del
perfil de nuestros candidatos, otras medidas, tales como el impulso
de actividades y proyectos económicos de iniciativa pública
municipal o mixta, el fomento del cooperativismo, la construcción
de viviendas sociales de alquiler, las políticas de integración
social con apoyo a las minorías más desfavorecidas, el apoyo al
comercio de proximidad limitando la expansión de las grandes
superficies, el rescate y rehabilitación ( si fuere preciso
mediante la paulatina compra o la expropiación de diversos
edificios), de los cascos antiguos y políticas medioambientales
serias, ni se le ocurren a ningún candidato de izquierda, y menos a
uno de derecha.
Da risa, cuando no pena,
ver por ejemplo el programa de la “ izquierda” en Huesca capital.
El proyecto de estos grupos o modelo de ciudad, al igual que el resto
de los partidos de derecha, será reforzar la capitalidad de nuestra
provincia, y a ser posible- aún cuando eso no lo digan-
centralizando servicios que todavía son disfrutados por las
comarcas. Vamos, que si nos descuidamos, la aspiradora pronto nos
dejará a todos vacíos.
Señoras y señores, me
despido con la resignada frase de moda : “ esto es lo que hay”.
Por eso, que nadie nos venga con la milonga de que vivimos en una
democracia representativa, porque nuestros representantes sólo están
dispuestos a representarse así mismos, y a rendir cuenta
exclusivamente a las cúpulas partidarias que los nombran. Están
casi todos profesionalizados. A nosotros sólo nos queda acudir al
teatro cada cuatro años. Para el que quiera ir a votar, claro.