martes, 20 de julio de 2021

Prejuicios, fanatismo e irracionalidad

 

Decía Machado en su poema EL MAÑANA EFÍMERO esa España inferior que ora y embiste, cuando se digna usar de la cabeza” y lo decía bien porque a estas fechas el prototipo al que se refería abunda bastante más de lo necesario.

Recientemente un usuario de Face Book colgó las imágenes y videos de la represión de Policía Nacional, sobre todo, y también Guardia Civil, contra las personas que acudieron a los colegios electorales para votar en el no autorizado referéndum catalán el día 1 de octubre de 2017, sólo que las tituló como imágenes recientes de la “ represión de la policía cubana contra los opositores”.

Su llamado fue respondido inmediatamente por toda esta caverna de gente llena de prejuicios, sin criterio y fanática, que ora y embiste cuando se trata de usar la cabeza. Los epítetos no faltaron: brutalidad, violencia inadmisible, represión, tortura, etc.

Claro que hubo brutalidad inadmisible en el escenario auténtico hasta con las personas mayores y en algún caso hasta con los canes que los acompañaban, desde luego, pero estos comportamientos fueron perpetrados por los admirados agentes del orden público de esta caverna de trogloditas tan críticos con el régimen cubano.

Ni siquiera descubierto el engaño habrán aprendido. A ellos les da igual que en Cuba la policía no lleve ni pistola y sea incapaz de estos comportamientos. Ellos seguirán en su ideario, en la mentira que sus mentes han construido contra todo principio, contra toda realidad. Seguirán admirando a los suyos, como el credo del legionario que impone su auxilio al compañero con razón o sin ella.

El día 1 de octubre estuve en Barcelona. Una muchacha que una hora o dos antes de nuestro encuentro había visitado un colegio electoral, recibió un golpe de porra en el pecho y sobre las 13,00 horas ante sus constantes dolores hubimos de trasladarla a un CAP. Diagnóstico : una costilla rota, clavada, y suerte hubo porque en su a desplazamiento no interesó el riñón si bien estuvo cerca. La muchacha no pasaba de 1,60 de estatura y pesaría apenas 50 kilos.

Los que embisten no son cuatro gatos, son, desgraciadamente, muchos más. Unos días después en mi pueblo, que vio nacer a Joaquín Costa, ante las criticas recibidas por la policía española el día 1 de octubre, más de 700 personas se congregaron ante el cuartel de la Guardia civil para jalear al cuerpo y decirles que “ no estaban solos”. Al parecer habían pegado poco a los catalanes.

Reflexionando, no me extraña que Joaquín Costa, boicoteado por el caciquismo local, abandonara su propio pueblo para no volver y se refugiará definitivamente en Graus, donde desde luego se le trató mucho mejor.


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