Son momentos de confusión y desorden. El viejo orden se está
muriendo ( el corona virus aceleró el proceso) pero la inercia hace
que el nuevo no llegue todavía.
En
toda la zona de la Franja y en Lleida y el Segria no se han hecho las
cosas bien y los rebrotes han aparecido. Pueden venir a Aragón
tranquilos, dijo el baturro de las cinco villas, y poco después
cuando nuestros alcaldes de la zona oriental se disponían
conjuntamente ( Barbastro, Binéfar y Monzón) a llenar a lo grande
el verano con pan y circo, perdón, le llaman cultura, zás, apareció
de nuevo- pues no se había ido- el maldito y subversivo virus. Y
venga, nuevamente Bajo Cinca, Medio Cinca y Litera, a la fase 2. Y
claro,- yo me digo- cómo no iba aparecer otra vez, si ayer mismo me
enteré que muy cerca de donde escribo ( no me hagan concretar más)
se había celebrado una boda con 250 invitados.
Cuando
se levantó la cuarentena muy probablemente desde Litera Meat- foco
este en el que como se denunció en su día se actuó mal y tarde-
ya se habría exportado probablemente al Segria parte de la pandemia,
pues no en vano bastantes de sus trabajadores que residían y residen
en LLeida iban y venían a diario en autobús. Pero también en el
Segria se ha actuado mal y tarde y no se han instalado los oportunos
albergues para acoger a temporeros, con suficiente espacio y medidas
higiénicas que hubieran evitado en muchos casos el hacinamiento. En
este sentido los ayuntamientos no han estado muy diligentes que
digamos. Y la Generalitat tampoco, pues al parecer encargó el
rastreo y seguimiento de la pandemia a una empresa como Ferrovial,
que como constructora que es, nadie se explica qué hace en estas
lides, y los resultados están a la vista. Un día habremos de
escribir sobre la adjudicación de este oscuro concurso.
Cuando
estas líneas escribo, lo que está sucediendo en Lleida está a
punto de saltar a las comarcas de la zona oriental de nuestra
provincia. Es decir, que corremos el riesgo otra vez de una
pandemia casi descontrolada con un hospital como el de
Barbastro que carece de los recursos adecuados como me he hartado de
referir en numerosos artículos. En Lleida el Arnau que es un
hospital muy bien dotado al contrario que el nuestro, según dicen
muchos médicos estos días, ya está a punto de colapsar. Y ya que
estamos de datos, hoy se ha sabido de un contagio de 29 temporeros en
Albalate de Cinca.
Pintan
bastos, y nuestros alcaldes callados, como es habitual. No soy
partidario de cerrar la economía, pero entre esta y la sanidad, me
decanto sin duda por la última.
A
los fundamentalistas del mercado y la libre empresa, les diré varias
cosas. La primera, que de sus fundamentalistas discursos el virus
no es que se ría, es que se descojona. La segunda, que muchos ya
estamos hartos de su radical y acientífica teología. Y la tercera y última, que
a ver si se dan cuenta que la vida ha cambiado, que nos ha cambiado a
todos, y más vale que se vayan- que nos vayamos- adaptando, porque
cuando la naturaleza dicta sus leyes es inexorable, y además no
perdona.
Es
imprescindible cambiar el modelo productivo y asumir entre otras que
el turismo masivo probablemente ha muerto o se verá muy reducido,
igual que el Low cost viajero.
Me
despido, con un chiste, sino fuera para llorar. Una jueza de Lleida,
haciendo de viróloga y con el apoyo de la Fiscalía, que no pierde
ocasión de entonar el “ a por ellos” cuando huele a catalán,
ante la gravedad de lo que está sucediendo en Lleida y el Segria, ha
suspendido las medidas adoptadas por la Generalitat ( tarde, de
acuerdo, pero necesarias medidas al fin y al cabo) por
desproporcionadas según ella y su credo liberal fundamentalista.
Vamos, la que nos faltaba, el broche final, pues en medio de la
extrema gravedad, nos aparece el poder judicial, un poder que en los
momentos de graves sucesos como es habitual, no sólo no ha
conciliado las cosas, sino que las ha desarreglado.
Parece
ser que la temeraria suspensión- noticias de última hora- ha sido rectificada con el dictado de un decreto ley por parte de la
Generalitat y el apoyo del Gobierno central a las medidas de
confinamiento adoptadas
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