jueves, 2 de febrero de 2023

Carles Puigdemont

A pesar de todo lo que viene sucediendo en la esfera internacional y el triste papel desempeñado por España, gracias al tiralevitas de presidente que tenemos, nuestros demonios internos siguen sin resolverse. Tenemos una economía endeudaba y arruinada que vive de la manguera de crédito del BCE, un problema territorial por resolver y una soberanía inexistente.

En este marco, de nuevo estos días, el Tribunal de Justicia de la UE ha dictado sentencia en una cuestión prejudicial que le sometiera el Tribunal supremo español, en relación al exconsejero  catalán LLuís Puig. No he leído la  sentencia con detenimiento, pero a primera vista colijo que las cosas van a quedar como estaban : la eurórdenes deben cumplirse en el espacio de la UE, ha dicho el tribunal, pero ha añadido que el país que las reciba podrá rechazarlas si entiende que la persona reclamada va a carecer de un proceso justo y equitativo, igual que el colectivo al que pertenezca.

En su día, la justicia belga ante reclamaciones de los tribunales españoles  contra exiliados ( tanto del procés como por otras conductas, siempre tildadas de delictivas, aunque no lo fueran ) ya apuntó e insinuó en precedentes anteriores la falta de garantías a un proceso justo en nuestro país ; pero no me quiero extender en los aspectos técnico jurídicos del caso, que serán analizados en otro artículo mucho más específicamente.

Por qué ya me dirán ustedes qué garantías pueden tener personas como Carles Puigdemont o  Toni Comín, por ejemplo, en el circuito político  Audiencia Nacional, Tribunal Supremo, prensa y televisiones madrileñas, más  huestes enloquecidas de la capital del estado, vociferando y llenas de odio.

Seamos sensatos. Esto es lo que le esperaría  sobre todo a Carles  Puigdemont, la persona más odiada de toda España en ciertos sectores y colectivos. De las imparcialidad de tribunales  como la Audiencia Nacional y el Tribunal supremo, somos muchos los que sabemos que no hay tal, pues hasta el presidente del Supremo, cuando lo fue el señor Lesmes, se pasaba el día pronunciando numerosos discursos, en los que anteponía la defensa de la sagrada unidad de la patria, a la aplicación de la ley en los momentos del conflicto Estado- Catalunya. No lo decía así textualmente, pero de sus muchas intervenciones y contexto, cualquiera podía adivinar ese criterio.

A mi personalmente no me sabe la menor duda que Carles Puigdemont, si fuera entregado, sería objeto de un juicio farsa, así como sometido a todo tipo de  humillaciones, con paseíllos delante de los tribunales,  al tiempo que  numerosos manifestantes le insultarían y hasta escupirían. Por otra parte en prisión, nuevamente sería vejado, y sobre él caería  todo el rigor del reglamento penitenciario, interpretado hasta la prevaricación.

Esta España, la que  antes de pensar, acomete, como dijera Antonio Machado, es capaz de cualquier cosa. Me viene a la  memoria la muerte del guerrillero Juan Martin, el Empecinado, humillado, paseado y escarnecido, antes de ser llevado al cadalso en una jaula. 

Ahora casi sería lo mismo, pero sin pena de muerte.

Hará por lo tanto muy bien Carles Puigdemont, hombre coherente con sus ideas y pensamiento, en no regresar, y estoy seguro que los tribunales belgas le darán amparo ante una solicitud de eurorden en un futuro.

La cuestión catalana sigue sin resolverse, y  ni siquiera existe la posibilidad de un encaje de Catalunya  satisfactorio en un  futuro estado plurinacional. Cualquier formula pactada entre todos los pueblos de España, hoy por hoy es imposible ;  pues  mientras exista un Madrid residencia de todos los oligopolios nacionales, aspiradora de todo tipo de inversiones en detrimento de la España vaciada y sede de todos los cuerpos privilegiados de altos funcionarios de la administración central, toda esta estructura lo va a impedir.

Ahora, reexaminando el difunto "procés", con la perspectiva del tiempo, más de uno se habrá dado cuenta de  tres cosas:

La primera que algunos, bastantes diría yo ( me refiero a los políticos de ERC, JUNTS y CUP), no supieron medir las fuerzas, ni conocían al adversario y sus posibles resistencias. La segunda, que  otros muchos lo único que buscaban ( como hoy buscan) era sin más el mejor acomodo de su butaca autonómica, sin llegar siquiera al federalismo. La tercera fue una ilusión, también por parte de algunos, de que la UE y la OTAN, darían una solución al conflicto. Y en medio de todo ello, un pueblo como el catalán que estuvo dispuesto a seguir el camino de la independencia o alternativamente un acuerdo digno con el estado, que respetara su singularidad como pueblo.

Particularmente sostengo, que llegado el momento de la DUI,  Carles Puigdemont miró a su alrededor y pudo comprobar que estaba muy solo y muchos de sus compañeros de viaje, bien por cobardía, bien por no perder la generosas colocaciones que otorga la política autonómica, no iban a seguirle.  Así pues,  Carles Puigdemont, de la noche a la mañana, se quedó sin estado mayor.

Lo que siguió a continuación fue que los sumisos se sometieron a la justicia española en busca del pacto y el chalaneo. Es decir, los generales abandonaron a la tropa, la cual estaba dispuesta en gran parte y como mínimo  a practicar la desobediencia civil. Carles Puigdemont, contra lo que se afirma escogió en esas circunstancias el camino correcto y difícil :  la retirada táctica, la rebeldía y el exilio, dejando abierta la lucha del pueblo catalán.

Por otro lado, La UE y la OTAN ( si es que algunos catalanes esperaban algo) dejaron bien a las claras que un estado español sin soberanía y lacayo es lo que más les interesa.

Pasarán los años, el mundo se hará multipolar ( se está haciendo), España desaparecerá o volverá a ser recuperando su soberanía y el respeto por la singularidad de los pueblos y naciones que la componen, pero en cualquier caso, siempre permanecerá el sentimiento del pueblo catalán por su singularidad, por su derecho a la autodeterminación.

Mi deseo ( pero sólo eso) es que en un futuro el pueblo catalán pueda permanecer, debidamente respetado y reconocido dentro de España, como  en su día  lo fue antes de Felipe IV y Felipe V. Pero sino es así, y la Historia lo pueda  llevar por otros derroteros, me figuro que en la eventualidad de un futuro proceso, ya sabrá que sólo deberá confiar en sí mismo, y en ciertos políticos, valientes y dispuestos a arriesgar.

Puigdemont es uno de ellos y poco más.  La casta autonómica que hoy se reparte sueldos, prebendas y puestos sólo es eso, casta, y el pueblo, la verdad, les importa bien poco.



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