No es que me importe gran cosa las aventuras y desdichas de la señora Begoña Gómez, esposa de nuestro presidente de gobierno, D. Pedro Sánchez. Pero a veces la historia enseña que las mejores murallas casi siempre son derribadas desde dentro, y en ocasiones por la estulticia de cualquier personaje de la Corte. Por poner un ejemplo de la historia de España, sería la del valido Manuel Godoy, al que le dieron alas, los no menos estúpidos reyes Carlos IV y esposa. La catástrofe que siguió a 1808 fue en gran parte responsabilidad suya al sentar las bases para que la tragedia hiciera su aparición.
A mí personalmente, desde el principio, y cuando nadie reparaba en ello, ya me llamó la atención esta señora y su afán de protagonismo y notoriedad. Concurría a manifestaciones feministas de apoyo al gobierno de su esposo, con otras ministras del gabinete, y ahí quedaba todo. Hasta que un día me tope con la noticia : había sido nombrada directora de la sección formativa del IE para África. Y siendo el IE unas de las escuelas de negocios más prestigiosas de España, y por ello receptora de numerosas subvenciones públicas, me dije que cuál serían los méritos de la señora ; y fue entonces cuando pude comprobar que exclusivamente en alguna academia privada o centro de estudios, había cursado una diplomatura en Marketing y después de ello, había trabajado en un puesto de lo más discreto en una consultora de las muchas que existen.
Hasta ahí me dije que los hilos de la recomendación son alargados, pero nada más, hasta que un buen día se produjo un cambio radical en nuestra política exterior, sin pasar por el parlamento y ni siquiera por el consejo de ministros: Pedro Sánchez había reconocido contra todo Derecho Internacional y la ONU al Sahara español como provincia de Marruecos, perjudicando además nuestras relaciones con Argelia, nuestro principal suministrador de gas.
Aquello carecía de toda lógica y comenzaron a escucharse algunas voces reconocidas, coincidiendo con el espionaje a los teléfonos de algunos ministros y del mismo presidente del gobierno por parte presuntamente de servicios secretos marroquíes, apoyados en tecnología israelí, en el sentido de que ciertas escuchas pudieran ser la fuente de un grave chantaje de estado y eso explicaría el cambio en la postura española en política exterior.
Otras fuentes, ya más discretas, apuntaron a que la señora del presidente en el desempeño en sus tareas como directora del IE para África, había metido la pata hasta el fondo, en una celada que le tendieron los servicios secretos marroquíes. Y claro, había mucho que callar al respecto.
El caso es que, casi nadie reparó en ello, pero poco después del incidente la señora fue cesada en el IE o bien pidió su baja. Y hete aquí, un tiempo más tarde, nos encontramos a la Doña Begoña a cargo como directora de una cátedra, nada más y menos que en la Universidad complutense de Madrid. Esta cátedra, habría sido financiada por Telefónica y Google ( conseguir estos patrocinios no es nada sencillo) e impartiría con la cobertura de la universidad las asignaturas de una disciplina con rango de master ( a cualquier cosa le llaman ahora disciplina) llamada Transformación Social Competitiva.
Me he tomado la molestia de examinar por internet las asignaturas de este master. El mismo nombre en sí, es decir la Transformación Social Competitiva, como figura, no es más que un constructo que no significa nada. Se vende humo y con las asignaturas del master sucede lo mismo. Es un bla, bla, bla, nada científico, producto del neoliberalismo rampante que inunda nuestra sociedad.
Hasta aquí algo nada edificante. Y viene la pregunta ¿ cómo se ha podido llegar hasta aquí? Nuestro presidente es persona maniobrera y con habilidad para engañar, mentir y desprenderse de sus enemigos. Obtuvo su título de economista en una institución privada, la tesis doctoral casi seguro se la hizo un tercero y su cultura general no es muy profunda que digamos. Siempre ha sido una persona que naciendo en el hogar de un papá empresario, nunca le faltó de nada y tuvo de todo. Dos cosas se propuso desde el principio, colocarse cerca de las estructuras del poder gracias a los contactos de su familia, y hacerse un buen anglosajón aprendiendo inglés. Espíritu crítico, patriotismo y sensibilidad por los más necesitados, más bien poco. Siempre vivió en barrios acomodados. La divisa de su vida es la siguiente : obedecer a los grandes poderes del mundo anglosajón, incluso antes de que le den la orden, y de esta forma asegurarse siempre un buen porvenir en la subasta de cargos.
Begoña proviene de un mundo semejante. De padres empresarios, nunca le faltó de nada y vivió en buenos barrios. Pero a diferencia de su esposo, además de ambiciosa, es soberbia y tozuda, y lo más importante : no conoce sus limitaciones. Ingenuamente cree que con su esposo en la presidencia se le deben abrir todas las puertas.
Su esposo lo ha dicho en una o dos cartas a la opinión pública: está profundamente enamorado de su mujer ( lo que debería importarnos un comino a los españoles y nadie le pidió al presidente explicaciones por sus sentimientos), pero esta confesión para los que con los años ya vamos conociendo la naturaleza humana, quiere decir mucho. Al presidente le ha resultado muy difícil parar al caballo desbocado que tiene al lado, una "metapatas" en toda la línea, que probablemente le acabe ocasionando su ruina política.
A medida que avanza la investigación judicial, se van sabiendo más cosas de las hazañas de la señora : que si hizo venir al rector de la complutense a Moncloa para conseguir la cátedra, que si colaboró con un tal Barrabés de Huesca, especialista en conseguir siempre amplias subvenciones y contratos públicos, que si desde su cátedra informaba sobre de licitadores de concursos públicos a favor de la idoneidad de los mismos, etc, etec.
No me cabe duda que más chapuzas y chapuzas seguirán saliendo en cascada, y eso llevará a la ruina política a su enamorado esposo. También Carlos IV y esposa, ellos sabrían por qué, asentían a todo lo que el bello pero inútil Manuel Godoy les proponía.
Dicho cuanto antecede, también digo, ya que el que suscribe es letrado, que nunca me gustó la instrucción de las causas generales. Menos todavía- lo que aborrezco- la justicia vengativa, prevaricadora e ideologizada. A mi entender, el juez que instruye la causa de Begoña está desplegando por ahora- digamos- una actividad procesal inusitada y el Fiscal, en las antípodas de este, buscando el archivo del procedimiento.
Les puedo asegurar que en una causa ordinaria a cualquiera de ustedes, desde un lado u otro, el comportamiento sería muy distinto, sin tanto interés, para que me entiendan.
De las acusaciones particulares personadas en el procedimiento ( Vox, Manos Limpias y otras), ya no digo nada. Ninguna busca la justicia. Persiguen un fin político y vengativo contra el habitante de la Moncloa.
En este caso, éticamente el comportamiento de la señora es de lo más censurable. Delito, personalmente, no veo ya que no creo que en ninguno de los contratos públicos en los que intervino, el hecho determinante de su adjudicación fuera la fuerza o presión que la "metepatas" pudo ejercer.
PD.- Días después de escribir este artículo el juez cita como testigo al presidente del gobierno. El huracán que ha desencadenado la mete patas, como dije, es impredecible.
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