domingo, 28 de junio de 2020

Otra calaverada de nuestro servicio diplomático : fomentando golpes de estado junto a delincuentes




Recientemente escribí un artículo en este mismo blog, titulado : "chusma :  amigos de asesinos y narcos"( ver en el histórico del blog)

En dicho artículo describía con todo detalle la última tentativa del imperio y Colombia para derrocar al gobierno que administra el  estado venezolano. Un grupo de sicarios y contratistas estadounidenses, con apoyo de narcos colombianos y desertores de  la policía venezolana, habían intentado desembarcar en una playa de Venezuela con abundante material militar, donde fueron sorprendidos y apresados por las fueras armadas y milicias del país caribeño.

Relataba en el artículo la clase de chusma que resultó detenida y la colaboración con ellos mediante contrato del autotitulado presidente de Venezuela,  el Juan Guaido, reconocido por España como tal por órdenes de EEUU, no así por la mayoría de países del mundo y la propia ONU. Por cierto, que en el contrato se pactaba el secuestro de Nicolás Maduró o en su defecto su muerte, así como la  de varios de sus ministros, jueces y miembros de las fuerzas armadas de Venezuela. Para mayor INRI cada muerte suponía un adicional sobre el precio pactado.

Bueno, pues por si esto fuera poco, se ha sabido  ( la prensa española lo oculta, como no podía ser menos) que en realidad el  verdadero jefe de la operación de la  invasión, que se denominó Gedeón,  incluso por encima del tal  Guaido, fue  el opositor venezolano Leopoldo López, que juzgado y condenado en su día por dirigir  e inducir a bandas armadas y violentas  a cometer graves delitos ( lesiones a las personas,   varios homicidios, daños a la propiedad pública, etc) cumplía pena  en su propio domicilio después de que se  le concediera este beneficio, en lugar de seguir en prisión donde estaba.

Y ustedes se preguntarán cómo pudo hacerlo,  para manejar el diseño, contactos y logística de la invasión desbaratada, desde su propio domicilio ( operación Gedeón). La respuesta es  porque no lo hizo  desde su domicilio, que evidentemente estaba vigilado. En realidad ejecutó el plan con todos sus detalles y contactos desde la embajada española en Caracas, dónde se refugió  burlando la vigilancia de su domicilio y  sustrayéndose a la acción de la justicia. Ni qué decir  tiene,  que después de su huida sucedida hace más de seis meses, la embajada española  lo acogió como huésped y allí sigue  viviendo a costa del contribuyente.

En suma, que desde la propia embajada española en Caracas,  no contento con vivir día a día en el recinto diplomático a cuerpo de rey  y costa del  erario público español mantuvo, previamente al golpe de estado, todo tipo de llamadas telefónicas, recibió a personas, utilizó el internet y el skay y hasta es posible que se hubiera podido servir de los servicios de mensajes encriptados de la propia embajada para planificar el golpe. La colaboración y encubrimiento de la embajada española en sus actividades es evidente.

Lo expuesto además de una grave anomalía y una vergüenza  de los servicios diplomáticos españoles, vulnera la Convención de Viena para las relaciones diplomáticas, suscrita por la mayoría de los países del mundo y entre ellos por la propia España. En dicho tratado quedan vedadas las actividades políticas y por supuesto las conspirativas a los refugiados en las sedes diplomáticas.

Se ha destapado el escándalo, no porque lo diga el gobierno venezolano, que lo dice, indignado y con razón, sino porque la noticia ha saltado a la opinión pública internacional, denunciada e investigada  con todo lujo de detalles por  un diario del prestigio  como es el New York Times que, evidentemente, de bolchevique no tiene nada.

En estos momentos  el gobierno español guarda un discreto silencio, como también  la prensa del país.  Tanto el uno como los otros, no son más que unos hipócritas.

Nuestro gobierno es una basura y el peor y más rastrero lacayo de los intereses de los Estados Unidos. Pone en peligro las relaciones con un país hermano  como es Venezuela y  su conducta nos deja muy mal  con la mayoría de los  latinoamericanos, con los que tantos vínculos nos unen. Pero además, demuestra a las claras que España no es un Estado de Derecho.  Si acaso  un chiringuito administrativo que se presenta como tal pomposamente, aunque cada día que pasa engañe a menos personas.

Por otra parte, el embajador español de carrera en Caracas que ha tolerado, sino fomentado todo esto, es el vivo ejemplo de nuestro cuerpo diplomático :  muy bien pagado e inútil como pocos ( siempre llegó tarde a las crisis en que internacionalmente España se vio envuelta),  elitista, clasista y reaccionario hasta la médula. 

Si un día desaparece, la nación se lo agradecerá.

Les dejo un video que explica perfectamente esta cloaca que les he contado.


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