miércoles, 14 de agosto de 2019

Lecturas de verano


Uno se ha desenvuelto toda su vida, en cuanto a las lecturas se refiere, entre la novela y el ensayo. El primer género sin perjuicio de su observación de la realidad y la condición humana, es más propio del alma; el segundo se conduce  por la razón, el análisis y la reflexión.

Por eso este agosto, con más tiempo, después de haber sufrido una pequeña intervención quirúrgica, he tenido tiempo en la paz y convalecencia caseras, para cultivar ambos géneros.

Por la novela me he decidido, por unos de los novelistas a los que admiró, Antonio Tabucchi, autor de su genial obra "Sostiene Pereira", llevada  posteriormente al cine con total fidelidad al texto escrito. Otra obra que les recomiendo es "La Cabeza podrida de Damacesno Monteiro". En  este verano,  he escogido su pequeña novela corta, titulada Requiem. 

En Requiem, este italiano, profesor de lengua y literatura portuguesa, ya fallecido, consigue en   un sencillo relato mezclar sus recuerdos y su presente, como canto a su propia despedida de este mundo, que ya veía cercana al narrar su novela, construyendo un plano donde dialoga con personajes muertos y vivos de su propia existencia.Y todo ello lo hace recorriendo su Portugal querido, la nación que inspiró sus mejores obras y que acabó siendo el amor de su vida, yo diría que su propia patria  de adopción a la que hubo de descubrir a partir de un determinado momento.

El segundo libro es de Ramón Cotarelo, que les recomiendo vivamente,  titulado " Discurso a la Nación Catalana". Este profesor emérito de la UNED en ciencia política, plantea a mi juicio magistralmente, la presente realidad del conflicto catalán en todas sus claves. Es un tratado con altura académica- no un libro de divulgación- dentro del derecho político, la historia y un estudio de la psicología del pueblo catalán.

Partiendo del estudio  del derecho de autodeterminación de los pueblos, y remontándose a la historia, analiza las bases de los aspectos de Cataluña como nación política y cultural, pero sin estado, y nos muestra los perfiles del carácter de los catalanes, distinto y diferenciado ( ni mejor ni peor) en muchas cosas del resto de  los otros pueblos ibéricos. 

Según Cotarelo, sólo la lengua y la  capacidad de resistencia del pueblo catalán, ante todas sus derrotas y adversidades por mantener su identidad, explica sus rasgos más distintivos, como son en la actualidad su pragmatismo y seny, virtudes estas que le han permitido en la intimidad, resistir a su asimilación y  preservar su conciencia nacional como pueblo.

Porque para Cotarelo, los acontecimientos recientes en Cataluña, repetición de otros muchos semejantes que datan de los Decretos de Nueva Planta con la pretendida unificación forzada de los pueblos ibéricos, que ya intentara Felipe IV - lo que supuso la separación de Portugal de la corona hispánica- y consolidaran posteriormente los borbones con Felipe V en los citados decretos al ganar  la Guerra de Sucesión, no son mas que la consecuencia de la incapacidad  de España misma en transformase  en nación desde el imperio que fue y vio agotarse con la perdida de sus colonias,  y posesiones en Europa y África.

Para esta transformación de España en nación, hubiera sido preciso acabar con el antiguo régimen como hizo Francia después de su revolución en 1789 ;  pero  diversos episodios  lo impidieron a lo largo de los siglos XIX y XX, entre otros el Trienio liberal, la I y II repúblicas, las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, y la nueva restauración monárquica en que vivimos, salida de la Transición. De ahí que lo que actualmente existe, no sea más que los jirones necrotizados  de un imperio, que a modo de cárcel. no supo integrar las particularidades de todos sus pueblos y nacionalidades.

Por eso, el final del libro es treméndamente interpelador para España, pues al comparar la nación española con la catalana, dice de la primera que no supo ser y huye actualmente de su futuro ( con gran carga de catalanofobia) para hundirse en el pasado, mientras que Cataluña proclama  que huye del pasado, para refugiarse en el futuro.



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