Como cada año por estas fechas, con respeto, cumplo con la tradición, llevando unas flores a las tumbas de mis padres y mi hermano menor. Son días que coinciden con la caída de la hojas que anuncian el otoño. De nuevo una etapa más, contemplando como la ciudad y sus arboledas, comienzan a cubrirse de alfombras amarillas.
El día acorta y todos nos recogemos antes en nuestras casas. La oscuridad y el cambio de estación invitan a la reflexión, y con ella a conocer que, al igual que nuestros familiares que un día se fueron, nosotros también dejaremos este mundo con sus alegrías y sus miserias.
Decir todo esto no está de moda, ni forma parte de la sociedad vacía del espectáculo en la que vivimos. Hace mucho tiempo que en el mundo occidental el hombre perdió el sentido de la trascendencia.
Estamos renunciado a nuestras tradiciones y a las diferencias culturales que siempre nos han enriquecido. El objetivo de las oligarquías occidentales es sustituirlo todo por un mundo mucho más injusto todavía que acreciente su poder por encima de los pueblos y las naciones, y en el que además- precisamente para sostener la injusticia- puedan cretinizarnos a todos, vaciarnos de todo contenido espiritual y banalizarnos.
Con ternura, pero pena a la vez, contemplo como desde los colegios y la propaganda han lanzado estos días a los niños a la fiestas de Halloween. Disfrazados, cumplen el guion, dicen, de una tradición celta que a lo sumo no pasó de colocarse en algún balcón y en sólo en muy pocos pueblos de nuestra geografía, una vela dentro de una calavera. Y con esa leve excusa, copiando como siempre del imperio, han organizado- sus mayores, claro- la perfecta feria del consumo : disfraces, fiestas, conciertos, etc. Dicen, la fiesta de los muertos y el horror.
Me pregunto si sus padres, estos días, los han llevado a visitar la tumba de sus abuelos, si es que lo que los han perdido. Quizá muchos, no lo hayan hecho para no herir de esta forma su " sensibilidad" y así educarlos en una felicidad artificial y hueca.
Son esos mismos niños, a los cuales la agenda globalista en su diseño de la nueva sociedad injusta y cretinizada que persigue, educará en lo banal y los esclavizará y explotará en lo laboral una vez mayores.
Para finalizar quiero ser optimista. El mundo occidental ( apenas una 1/6 parte de los habitantes de la tierra) está en plena decadencia y descomposición.
La tradición y la espiritualidad anidan todavía, junto a los valores colectivos, frente al individualismo egoísta, en África, Asia y Latinoámerica ; y desde el alumbramiento como potencias de China y Rusia los heraldos anuncian el fin del saqueo occidental del resto de los pueblos del planeta y lo que no es menos, un renacer moral.
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