La izquierda ha perdido la batalla cultural hace tiempo. Es la propia izquierda la que ha fomentado el hedonismo, y el individualismo, el mal gusto y el arte basura. Ha ido de frente contra lo que de forma despectiva llama la familia tradicional. Y para acabarla de arreglar ha introducido en su ideología al posmodernismo y todo tipo de luchas parciales e identitarias, dejando de lado los derechos sociales más elementales de los trabajadores y trabajadoras ( vivienda, educación, sanidad, etc). Ahora se extrañan de que haya en el PP un gran loby homosexual. O de que Patricia Botín o Ana Rosa se confiesen feministas de toda la vida. Los abusos ( laborales y en ocasiones de otro tipo) contra trabajadoras de la fresa de Huelva, o el aumento de las bases de cotización ( a su cargo por supuesto) de las empleadas del hogar, siguen sin mentarse por esta izquierda progre asombro del mundo.
Llega la derecha más salvaje. Que se preparen los pensionistas del futuro, los pacientes de la sanidad, los derechos de los trabajadores, la ya maltratada universidad y las capas más humildes de la sociedad.
La progresía de caviar ha preparado el terreno a la perfección para que aterricen los reaccionarios de siempre, esta vez con impulsos renovados y a por todas. Ya anuncian ( sólo es el aperitivo) peajes en las autovías y cotizaciones delirantes para los autónomos.
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