Nadie sabe de dónde arranca la catalanofobia profunda y visceral que existe en gran parte del territorio español. Servidor ya la conoció durante el franquismo, pero lo cierto es que actualmente puede ser que se haya acentuado aún más, con la excepción de territorios como Galicia, País Vasco y Navarra. E increíblemente en partes de Valencia, Baleares y Aragón igualmente se da el fenómeno.
La catalanofobia en mi tierra, que es Aragón, se da más en la provincia de Zaragoza ( mucho menos en Huesca y Teruel) y tienen su origen en la propaganda incesante que lleva años haciendo el PAR ( Partido Aragonés Regionalista), partido este de lo más troglodita que hunde sus raíces en el caciquismo, aún presente en mi tierra, como ya denunciara en su día mi paisano Joaquín Costa en su obra Oligarquía y Caciquismo.
Viene a cuento la reflexión porque este sentimiento alentado en el resto del estado principalmente años y años por la asquerosa prensa madrileña, que ya denunciara Miguel de Unamuno, ha calado en la opinión pública, todo lo cual junto a las estructuras del estado profundo que anida en la ciudad de Madrid, van a impedir una solución pactada y civilizada al problema del encaje de Cataluña en España o la fórmula de una España federal.
Pedro Sánchez con dificultades quiere reeditar la fórmula Zapatero, la cual años ha sorteó todas las adversidades, que eran muchas, para acabar atascándose en sede del Tribunal Constitucional. Está por ver que hubiera sido de no haber mutilado finalmente el Tribunal Constitucional el estatuto a la hora de aplicar la letra de su ley orgánica. Tengo para mi que una legión de jueces, fiscales, abogados del estado e interventores de toda laya se habrían lanzado contra él de forma indirecta para dejar su texto a través de múltiples resoluciones judiciales mutilado y reducido a la nada.
Lo que el régimen del 78 no puede tolerar es que el concierto económico se extienda más allá del País Vasco y Navarra, menos todavía que se instaure en España un estado federal, porque de esa forma, en ambos casos, el chiringuito madrileño, alimentado por el resto de España, se caería en dos días.
¿Qué sería de los múltiples órganos del estado totalmente prescindibles, empezando por el Senado ? ¿ Qué sería de todos y cada uno de los corporativos cuerpos de altos funcionarios del estado, también varios de ellos prescindibles? ¿ Y de toda la suerte de vividores y conseguidores que habitan en la capital, más todo tipo de monopolios y empresas dependientes del BOE para sus dudosos negocios o tarifas?
Si hasta el Instituto Oceonográfico, o la sede de Vigilancia y Seguridad Marítimas tiene su sede en Madrid, ya me dirán ustedes quién desmonta el chiringuito.
Hoy reeditar el mutilado estatuto de Zapatero es imposible. La España profunda, mejor dicho su estado, lo impedirían de nuevo. Ya lo estamos viendo estos días con las arbitrarias interpretaciones jurídicas del Tribunal de Cuentas ( otro órgano que en una España federal sobraría), buscando la muerte civil a base de embargos a más de 40 excargos políticos catalanes. Si cualquiera de ellos hizo un viaje oficial al extranjero, como muchos otros consejeros de otras comunidades lo vienen y vinieron haciendo, pero cometió el desliz de hacer unas declaraciones en prensa sobre el proceso catalán, pues nada, viaje ilícito y gastos del desplazamiento a reintegrar personalmente. Toda una motivación jurídica de primer orden en nuestro, dicen, flamante estado de derecho, que efectivamente rige y existe, salvo que te declaren enemigo del mismo.
Por no estar claro, ni siquiera están claros los tímidos indultos concedidos. Yo no desdeñaría que nuestro Tribunal Supremo pueda revocarlos con una de sus originales interpretaciones jurídicas, esas que siempre le acaban anulando en Europa, donde no son tan originales ni tan parciales.
El bunker que anida en la mayor parte nuestro sistema judicial, la España rentista y parasitaria, la de la oligarquía que vive asentada en el estado desde hace mas de 200 años en su propio provecho, la catalanofobia de una parte de la población totalmente alienada, impedirá nuevamente otro estatuto de encaje de Cataluña en España. No hay nada que hacer por más mesas de negociación y diálogo que pongan en marcha, ni con referendos pactados. Sea como sea el bunker no se moverá nunca.
Ni aún recibiendo de Europa ( Tribunal Europeo de los Derechos Humanos) nuestros jueces la anulación de las sentencias condenatorias del proces; ni aún así rectificarán. Ellos no lo harán nunca y sino véase lo que han aprendido de las euroórdenes. Todas les han sido rechazadas, pero ellos siguen perseverando.
Un día conversando con un alto representante que fue de la Agencia Tributaria, me confesó que la estructura económica de España y su Hacienda, apenas podía soportar la merma del concierto vasco y navarro, sin grave perjuicio para sus ingresos. Si se extendiera a Cataluña un nuevo concierto, me comentó, con mucho mas PIB que las anteriores regiones, España ( la de ellos claro, digo yo, la de las estructuras improductivas y corruptas) no lo podría resistir.
En esta primera crisis de este siglo entre España y Catalunya, se han aprendido dos cosas :
A.- España es irreformable, no hay nada que hacer. Nunca tolerará un encaje pactado de Cataluña. Menos todavía la España federal.
B.- Los dirigentes catalanes independentistas, salvo el núcleo de Carles Puigdemont y su entorno, han preferido sus excelentes sueldos autonómicos a una ruptura, que por supuesto habría sido difícil y dolorosa. Y nunca se sabrá si hubiera sido posible.
Pero en un futuro no muy lejano España atravesará una nueva crisis, incapaz de cambiar su modelo productivo e industrializarse, y la crisis será muy grave atendido el endeudamiento galopante que nos atenaza y que va a más. Si la deuda exterior ya está cifrada oficialmente en el 125% del PIB, conspicuos economistas la calculan en más del 150% pues saben que los datos que da el estado español son falsos.
En lo que a Cataluña se refiere, el sentimiento nacional sigue presente y los agravios sufridos también. Cuando el momento de la futura crisis llegue a la economía española, de nuevo surgirá el contencioso. Y los catalanes entonces y muchos de ellos que hubieran preferido seguir en una España donde se les respetaran sus derechos nacionales, determinarán que con el estado español no hay nada que hacer y la independencia saldrá de nuevo a la palestra.
Cuando esto suceda, el pueblo de Cataluña y sus movimientos sociales serán los que conducirá el nuevo proceso y no sus políticos.
Y eso sí, esta vez el conflicto se desarrollará con la lección aprendida
PD.- Le cambiando el título al artículo pues creo refleja mejor su contenido.
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