martes, 26 de marzo de 2019

Las elecciones locales y el político profesional




Puede decirse, como se apunta en cualquier corrillo callejero, que si bien hubo una época en que a muchos de nuestros postulantes a políticos ( no a todos la verdad, porque arribistas ya los había entonces) les guió el bien común, el servicio a los demás, y un cierto proyecto político en el mundo de las ideas, en la actualidad estos conceptos se ha convertido en una antigualla y todo atisbo de decencia política ha desaparecido por completo. Con alguna excepción, que siempre la habrá, actualmente todos nuestros postulantes con posibilidades de competir electoralmente ( otra cosa son los que en las listas son puro relleno), se dividen en dos grupos : los que quieren tocar y permanecer en el sillón, con sueldo por supuesto, y hacer en lo sucesivo carrera política, o los que sin poder tocar sillón y sueldo por el momento, comienzan a hacer méritos para la siguiente oportunidad, que en breve esperan se les presente.

Existen – desde hace tiempo- signos evidentes que delatan estas actitudes. Pongamos un ejemplo, y examinemos el perfil habitual del político medio con responsabilidades en cualquier ayuntamiento con cierto número de habitantes ( hago excepción por tanto de los pueblos pequeños) o en la presidencia de cualquiera de nuestras comarcas. El catecismo de este político medio consiste en lo siguiente : primero, hacer todo lo posible por captar a un electorado lo más amplio posible, al que llamará trasversal ; segundo, huirá de los problemas de verdad, los que existan en su pueblo o comarca, como el gato del agua hirviendo. Si nadie denuncia el problema en cuestión, callara él también ; si alguien levanta la voz y lo denuncia se refugiará en la norma, la ley y la burocracia para evitar tomar una decisión y, en cuanto pueda, trasladará el problema a otras instancias. Producto de todo ello, y en tercer lugar, hará como Don Tranquedo, siempre evitará los conflictos y su lema será no moverse, ni dar que hablar. Riegos ninguno, vivir y dejar vivir será su consigna. Cuarto, como sabe que quien manda de verdad es una determinada clase social, regalará el oído a todo lo que ahora se denominan emprendedores y empresas, con buenas palabras y discursos. Y no digo que esto esté mal, sólo que sin otras medidas estas solas resultan de lo más insuficientes ; es lo que sucede cuando se carece de proyecto; quinto, fomentará todo tipo de actividades, con generosas subvenciones clientelares para todo tipo de asociaciones civiles, religiosas o lúdicas, mercadillos, y mucha fiesta y charanga para tener entretenida y distraída a la gente. Y por último, y sexto, mantendrá normalmente una actividad lacayuna con los poderes regionales y provinciales, sobre todo si son de su propio partido, pues, no en vano sabrá el sabueso, que las listas próximas y los puestos se reparten en esas alturas. Los intereses de su pueblo, ya se sabe, vienen después. Estamos pensando, por ejemplo, en la más que necesaria mejora y dotación del Hospital de Barbastro.

Todo este catecismo, puede reducirse a dos mandamientos : no hacer prácticamente nada , salvo la pura gestión, y para el pueblo en general, toda la charanga que se pueda. Ambos candidatos, el de izquierda y el de derecha, mantendrán las cosas como siempre. Y excepcionalmente, el de derecha, si la ocasión se presenta, te colará un pelotazo urbanístico disfrazado de beneficioso desarrollo ; por su lado el de izquierda, si ve vientos favorables en la opinión pública ( esta siempre, las más de las veces, la maneja el de derecha con el control de los medios) al tal pelotazo, votará a favor del mismo, o como mucho se opondrá a él de forma más que tibia, simbólicamente.

Como consecuencia del perfil de nuestros candidatos, otras medidas, tales como el impulso de actividades y proyectos económicos de iniciativa pública municipal o mixta, el fomento del cooperativismo, la construcción de viviendas sociales de alquiler, las políticas de integración social con apoyo a las minorías más desfavorecidas, el apoyo al comercio de proximidad limitando la expansión de las grandes superficies, el rescate y rehabilitación ( si fuere preciso mediante la paulatina compra o la expropiación de diversos edificios), de los cascos antiguos y políticas medioambientales serias, ni se le ocurren a ningún candidato de izquierda, y menos a uno de derecha.

Da risa, cuando no pena, ver por ejemplo el programa de la “ izquierda” en Huesca capital. El proyecto de estos grupos o modelo de ciudad, al igual que el resto de los partidos de derecha, será reforzar la capitalidad de nuestra provincia, y a ser posible- aún cuando eso no lo digan- centralizando servicios que todavía son disfrutados por las comarcas. Vamos, que si nos descuidamos, la aspiradora pronto nos dejará a todos vacíos.

Señoras y señores, me despido con la resignada frase de moda : “ esto es lo que hay”. Por eso, que nadie nos venga con la milonga de que vivimos en una democracia representativa, porque nuestros representantes sólo están dispuestos a representarse así mismos, y a rendir cuenta exclusivamente a las cúpulas partidarias que los nombran. Están casi todos profesionalizados. A nosotros sólo nos queda acudir al teatro cada cuatro años. Para el que quiera ir a votar, claro.



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