La España interior se
vacía a marchas forzadas. Dentro de muy poco ya no quedará casi
nadie. La juventud sobre todo fluye cada vez más a las grandes
ciudades. Y allí, la esperan los trabajos de muy baja remuneración
y una burbuja del alquiler, que se le llevará la mayor parte de su
sueldo. En el medio urbano, nadie ha controlado a los
especuladores, y llevamos varias décadas sin construir vivienda
pública social en régimen de propiedad o alquiler. Y en el medio
rural, nadie ha planificado inversiones, ni ha regulado de forma
distinta la PAC para favorecer a los pequeños y medianos productores
y asentar de esta forma a las personas en los pueblos. Tampoco se
han favorecido los mercados de proximidad y calidad alimentaria.
De pronto, todo el mundo
descubre esta tragedia hace tanto tiempo anunciada. Es el plan del
capital. Grandes urbes, con ejércitos de asalariados a bajos precios
por la presión de la oferta, y el resto del territorio, tarde o
temprano, comprado a bajo precio por un nuevo latifundio en forma de
multinacional, con explotaciones intensivas agrícolas y ganaderas..
Economías de escala para productos agrarios cada vez más
competitivos ; que sean sanos y de calidad ya es otra cosa. Las
multinacionales de los productos fitosanitarios harán su agosto. Si
ahora ya no sabemos lo que comemos, prepárense para entonces.
La paradoja es que
nuestro sistema electoral favorece a los territorios frente al
criterio proporcional de población. Es decir, un diputado por
Huesca o Avila, se obtiene con muchos menos votos que uno por Madrid,
Barcelona o Sevilla, por ejemplo. De resultas de todo ello, el
congreso, y no digamos el senado, están llenos de diputados y
senadores rurales, y son la mayoría frente a los urbanos. Y ahora
viene la pregunta : ¿ como han permitido estos señores, que
teóricamente son nuestros representantes, y son mayoría frente a
los diputados y senadores urbanos, que llegáramos hasta aquí ?.
Pues muy sencillo :
retomando la tesis defendida en mi anterior artículo “ las
elecciones locales y el político profesional”, esto sucede por la
sencilla razón de que NO NOS REPRESENTAN, NI QUIEREN REPRESENTARNOS.
Ellos sólo se deben a las cúpulas de los partidos que los
seleccionan en listas y a su propio interés profesional en continuar
en el desempeño del puesto público.
Esta democracia, llamada
representativa, es un fraude.
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