jueves, 13 de junio de 2019

Ciertos privilegios de los funcionarios

Colgué en mi Facce Book hace días un tiket de consumo en la cafetería del Ministerio de Trabajo, Inmigración y Seguridad Social en Madrid. Me figuro que los principales clientes y usuarios de estos servicios son los propios funcionarios.

Los precios son los siguientes : refresco de cola, 0,70 euros ; refresco sin detallar, 0,70 euros ; zumo naranja natural 1 euro, 1/2 bocadillo tortilla española 0,60 euros.

Basta cotejar estos precios con los de cualquier bar, y en especial con los de las cafeterías de los hospitales, donde muchas personas deben pasar horas y horas en  atención a sus familiares ingresados, para darse cuenta de que estos  últimos doblan, como mínimo, los dispensados en las cafeterías de los ministerios. 

El caso comentado no es una excepción. Es una práctica habitual en muchas de las dependencias administrativas, no en todas.

Este tipo de prácticas desmerecen la función y alejan cada vez más a los ciudadanos de los poderes públicos y sus servidores. Se predica en las leyes que la administración pública sirve a los intereses generales, bajo el principio de igualdad y conforme  a lo dispuesto en las leyes, pero la mayoría de los españoles en muchas ocasiones advierten que muchos de sus servidores ( políticos y funcionarios) viven situaciones de privilegio que en su mundo laboral no son habituales.

España está llena de excelentes funcionarios, de hombres honrados y trabajadores. De eso no cabe ninguna duda. Únicamente digo que ciertas practicas en nada contribuyen al debido respeto por nuestras instituciones. Y citaré otro ejemplo.

No es normal, que teniendo España un sistema público de salud, se venga permitiendo a los funcionarios públicos  contratar su atención sanitaria en mutuas privadas, corriendo estas prestaciones a cargo del erario público.

El principio general es que todos somos iguales ante la Ley, pero son tantas las excepciones ( unas justificadas, pero otras no), que la mayoría de los españoles cada día desconfíe más de sus instituciones y no las reconozca como algo suyo.








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