domingo, 19 de abril de 2020

Sin una solución trescientos años después


Andrew Cuomo es el gobernador del estado de Nueva York. En su discrepancia con el orate de la Casa Blanca en relación a levantar, tal como pretendía Donald Trump, las medidas de confinamiento en el estado de Nueva York, le espetó algo así :  " tenga usted en cuenta  que fuimos los estados, las 13 colonias, los que creamos el gobierno federal. Usted no es el rey de EEUU ".

Me gustó la frase porque es una lección de lo que es un estado federal, como efectivamente es Estados Unidos, o como también lo es Alemania.

Las 13 colonias de Inglaterra allá por el 1776, desde su propia soberanía, desde su propio autogobierno, después de haber derrotado a la potencia colonizadora en la guerra por su independencia, decidieron asociarse, delegando voluntariamente parte de su soberanía  en un gobierno federal. Así nacieron los Estados Unidos de América, así nació su constitución que recoge la soberanía inicial de sus estados en todo aquello que éstos no hubieran delegado en el poder federal.

Si lo piensas bien, hasta la llegada de los borbones y los decretos de Nueva Planta dictados entre 1704 y 1716 con la victoria en la guerra de sucesión, España en una interpretación analógica fue un estado federal y hasta confederal si se quiere.

Tanto Isabel como Fernando ( los Reyes católicos), como posteriormente todos los austrias hasta Carlos II, ejercieron su poder de una forma federal, usando las pocas competencias que  ciertos estados o regiones ( nominados reinos, condados o señoríos) les delegaron. Puede decirse que sus prerrogativas " federales"  se reducían a la política exterior, la defensa de la religión católica mediante la Inquisición y  eventualmente la guerra contra otros países ;  y aún  en estos casos, ciertos territorios gozaban de la prerrogativa de participar o no con hombres y rentas en el conflicto. En cuanto al resto de competencias, estas siempre correspondieron en exclusiva a los territorios asociados (  Aragón, Cataluña y Valencia, más el señorío de Vizcaya) no al poder federal pues salvo  las materias delegadas, los antiguos reinos, condados o señoríos, hubieron de conservar su inicial soberanía y autogobierno.  Ello era tan así, que los reyes para ser reconocidos como tales debían, nada más y nada menos, que jurar las constituciones, entonces llamados fueros, de aquellos territorios. De otra forma, no hubieran sido  reconocidos como reyes, y menos todavía  podrían haber ejercido sus poderes federales.

Este régimen desaparece en España por derecho de conquista, tal como Felipe V, el primer borbón, reconoció al ganar la guerra de sucesión y como castigo a ciertas regiones que lucharon contra él. Este es su título jurídico en el que se apoyó para implantar  en España el centralismo en lo que se refiere a los territorios- estado que formaron del antiguo reino de Aragón. Fueron  durante el siglo XIX los sucesores de Felipe V ( Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII) los que paulatinamente suprimieron los fueros vascos.

Desde entonces  y hasta ahora, la cuestión, 300 años después, sigue viva y el conflicto no se ha cerrado. De una forma u otra, tres guerras carlistas en el siglo XIX tienen su origen, directa o indirectamente en la decisión centralizadora adoptada. En la I república se intentó la salida federal del estado.  En la restauración  el asunto siguió siendo discutido, con no pocos conflictos, y la II república tímidamente quiso plantear de nuevo una salida con los estatutos de las regiones.

La guerra civil y la subsiguiente dictadura quisieron enterrar absolutamente el problema, pero no lo consiguieron, pues 40 años después renació.  Sólo que entonces, con la democracia del 78,  en lugar de encarar de frente la cuestión histórica, se adoptó de soslayo y con cobardía una solución chapucera al problema. Me refiero a nuestro estado de las autonomías, que no pasa de ser una  medida descentralizadora del poder central, pero sin las ventajas que pueda tener un sistema jacobino como el francés. 

Y en estas estamos todavía. Ni somos un estado federal, con todas sus consecuencias, lo que supone limitar todo el poder, burocracia y funcionarios que hoy existen en Madrid, ni tampoco somos un estado centralista, que se hubiera ahorrado muchas instituciones y parlamentos autonómicos de opereta, que sólo sirven para que nuestra clase política reciba subvenciones y cobre sueldos.





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