martes, 28 de abril de 2020

Una fecha cercana : el 25 de abril en Portugal




Con los ajetreos del foco viral detectado en Binéfar ( al que he dedicado dos artículos en mi blog), se me pasó por alto la fecha del 25 de abril. Como todo el mundo sabe  día de la revolución en nuestro país hermano, llamada de los claveles y que acabó con la dictadura de Oliveira Salazar en el año 1974, después de más de 40 años en el poder.

Varios capitanes y oficiales de milicias universitarias, que se habían visto forzados a luchar, al igual que muchos jóvenes reclutas en las guerras coloniales de Angola, Guinea Bissau y Mozambique, se sublevaron, tomaron las ciudades y al asalto la sede de la odiada policía política del régimen, más conocida como la PIDE. Una banda de asesinos.

La señal para el levantamiento fue el difundir por Radio Club portugués la melodía de " Grandola Vila Morena", prohibida hasta entonces por la dictadura. Les dejo la pieza música  en el video de este artículo, interpretada por José Afonso.

Lo sucedido aquel 25 de abril- cuando Franco aún vivía-  a mi,  como al resto de los españoles, nos tomó por sorpresa. Nuestros en aquel entonces desconocidos vecinos, habían sabido acabar con su dictadura, no como nosotros que el dictador se nos murió en la cama un año después;  y aún así, después,  sus sucesores supieron tejer un entramado jurídico- constitucional el cual bajo apariencia  democrática, hasta hoy responde a los intereses de  aquellos  cuerpos de altos funcionarios  y oligarcas económicos que sostuvieron a  la dictadura del general Franco.

Aquel 25 de abril de 1974 yo trabajaba como abogado, de pasante,  en un despacho de Barcelona.  Cuando llegó agosto y con él las vacaciones judiciales, junto a dos amigos más, viajamos `presurosos a Portugal.

Cruzamos la frontera por Fuentes de Oñoro en Salamanca. De allí a Oporto, bella ciudad de la que una foto preside este blog como podrán comprobar. Me acuerdo  que, conversando con el afable, hospitalario y cariñoso pueblo portugués, al reconocernos como españoles muchos nos preguntaban : " y vosotros cuándo, a qué esperáis". No sabíamos qué contestar, ni nos figurábamos lo que  aún nos faltaba, y aún falta, para acabar del todo con nuestro antiguo régimen.

De Oporto llena de banderas rojas por todas sus calles y callejuelas,  a Coimbra, ciudad universitaria, clásica y  señorial. En todas partes pudimos observar la efervescencia revolucionaria, el entusiasmo popular y la admiración del pueblo portugués por su ejército liberador, el MFA (  movimiento de las fuerzas armadas).

Antes de llegar a Lisboa, pasamos unos días en Nazaré, bello pueblo de pescadores del atlántico. La última etapa fue Lisboa, quizá a mi juicio la capital con más encanto de Europa. Nos cautivó la pátina de sus barrios antiguos y románticos como el Chiado, sus tranvías, las librerías antiguas donde te podías perder en busca de un ejemplar, incluso con muchos títulos en español y  los encantadores cafés pastelería con kiosko de prensa incorporado.

Por las noches visitábamos la parte alta de la ciudad, donde  en sus tabernas se podía escuchar buen fado. Otras veces desembocábamos en la plaza del Rosio. Allí  junto a numerosas personas de todas las nacionalidades y  hasta altas horas de la noche participábamos- cualquiera podía participar-  en largos debates al aire libre sobre el porvenir de la revolución portuguesa y la del resto de los pueblos del mundo. Aquello era lo más parecido al ágora de la polis griega.

El propósito de nuestro viaje fue contemplar la democracia, la liberación del pueblo hermano, compartir con ellos los ideales de libertad y justicia, pero como ocurre en la vida, buscando este fin  también descubrimos y nos topamos con Portugal mismo, con  la calidez humana de su sufrido pueblo, con su historia, con su arte y sus tradiciones.

Digo todo esto, porque hasta entonces España y Portugal eran dos naciones que vivían de espaldas la una de la otra, sobre todo España respecto de Portugal.

Vistas las cosas con la prespectiva actual, Portugal supo hacer su revolución ( hasta poco faltó para que acabara siendo socialista) en su momento. El MFA acabó enterrando definitivamente las instituciones y cuerpos de funcionarios cómplices del pasado dictatorial del país, a la vez que  todo el pueblo portugués  supo hacer de verdad una arquitectura constitucional nueva, rompiendo de verdad con su pasado.

 Algo que aquí todavía no hemos sabido  hacer.

Ya no les voy a hablar de la ciudad de  Sintra y otras bellezas. Sólo les diré que desde aquel primer viaje, casi iniciático, he vuelto a Portugal 5 veces más. Es un país que amo. En la última ocasión, creo que en 2003, coincidiendo con el 25 de abril, pude participar  en la plaza del Rocio, cantando junto a la multitud, el himno a la libertad que fue Grandola Vila Morena.

Recuerdo que ya en España, a mi vuelta del primer viaje, más de un individuo te despachaba el análisis de Portugal y su pueblo- así fue durante muchos años, que no ahora mismo-  con un " son un país muy pobre".

 La peor pobreza es la del espíritu.






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