lunes, 6 de abril de 2020

Trump y Bolsonaro, dos trastornados

Recuerdo con cariño las charlas con mi padre, médico de profesión,  sobre las enfermedades psiquiátricas. Hasta me atreví con su consejo a leer algún libro sobre esta práctica forense, reconociendo que me faltaba formación para entender del todo lo leído, en particular  el estudio de según que enfermedades. Después y de forma muy limitada, algo pude estudiar años después sobre este mismo particular en la asignatura de Derecho penal.

El conocimiento de la psiquiatría no existe en absoluto en el gran público. Así como cualquiera sin ser galeno sabe distinguir una hepatitis de un infarto de miocardio, nadie o muy pocos, distinguen una psicosis de una neurosis;  a un psicópata de un esquizofrénico,  o  un paranoico o un maníaco depresivo. Para la mayor parte de la gente, están locos ( así de simple) o advierten en ellos que, muchos sin sufrir patologías ( eso piensan), son gente rara. Tampoco nadie o muy pocos saben qué es la estructura de la personalidad, o los trastornos que se manifiestan en ella.

La sociedad  y sobre todo la función pública no tiene establecido ningún control sobre  la personalidad de sus opositores o políticos. Para el que lo dude, solo diré,  que normalmente un esquizofrénico suele ser un sujeto muy inteligente y creativo, y que memorizando  puede llegar a aprobar las oposiciones de Juez.

Cuando ya me asusté fue cuando en las conversaciones con mi progenitor, un día le pregunté a su juicio cuál era el porcentaje de los trastornos de las enfermedades psiquiátricas en nuestra moderna y competitiva sociedad. Hice la pregunta, según recuerdo, hace 40  o 45 años. La respuesta me puso los pelos de punta :  casi un 14%  de las personas que te cruzas por la calle son tratadas o tienen un cierto trastorno, o peor, se sostienen con antidepresivos o ansiolíticos, me dijo. Pensé, en un principio que mi  padre exageraba, pero desde entonces he repetido la pregunta a varios médicos de familia, de asistencia primaria y  todos han coincido en el porcentaje, incluso muchos lo han alzado.

Qué duda cabe- es una de mis conclusiones-  que todo habrá empeorado desde que ya  hace años hice  mis primeras preguntas,  pues hoy vamos en rumbo de colisión, ya que   la competitividad, la angustia y el estrés propios de nuestro inhumano sistema de vida, tiende a que se despierten las dolencias  o patologías que muchos de nosotros podemos tener latentes, o estamos predispuestos genéticamente a ellas. Cada vez hay mas que gente que en esta loca carrera que es la vida, se va quedando en la cuneta.

En estos días, no me atrevo a diagnosticar a los señores Bolsonaro o Trump, pero  que, ante la evidencia de lo que está sucediendo en sus respectivos países,  y las cifras que se manejan en EEUU y Brasil, sigan haciendo las declaraciones que hacen y manifiesten la  irresponsabilidad de la que hacen gala,  en la que están en juego la  vida millones de seres humanos, incluidos ellos mismos, denota  cuando menos un trastorno grave que no me atrevo a definir. 

El primero, el tal Bolsonaro, por el bien del pueblo brasileño, parece ser que el ejército de ese país y las autoridades sanitarias, han decidido desoír todas las recomendaciones del presidente de la república y ejecutar por fin un plan racional de lucha contra la pandemia, a sus espaldas. Mientras tanto les da igual lo que el payaso anda diciendo todos los días. Se obedece pero no se cumple. El trastornado, ha llegado a decir recientemente, que nada podrá el virus contra la fortaleza de la raza y el hombre brasilero. Ustedes mismos,  tal es su distanciamiento de la realidad.

Lo más preocupante es lo del otro, el sr. Trump, pues este sigue mandando y dirigiendo la nave. No hay día que no diga una tontería a cual mas gorda, mientras ha  limitado y mucho la lucha contra la pandemia, con su actitud pasiva,llevando como lleva EEUU  casi 400.000 infectados cuando escribo estas líneas y cerca de  10.000 muertos,  a lo que hay que añadir que no se la ocurrido otra cosa, que en estos momentos  desplegar su flota en el Caribe para bloquear o invadir a Venezuela, con el pretexto de su lucha contra el narcotráfico.

Colombia, su perrito faldero y aliado en el área, ya ha indicado que no le va a seguir en la aventura bélica. El desastre sanitario que se prepara en Estados Unidos, con el sistema sanitario que tienen, y las escasas medidas tomadas, puede ser descomunal. El mayor del planeta.

Con los votos, podemos elegir hasta a nuestros monstruos. Nada nos lo impide, Hitler llegó al poder con mayoría simple en el parlamento alemán. A Mussolini, los italianos con sus movilizaciones lo llevaron en volandas al poder.





1 comentario:

  1. Trump o Bolsonaro, tendrán sus síntomas, pero más bien son el síntoma de quienes les han puesto en el lugar que ocupan, son cosas de las formas distorsionadas de la representación política. Pareciera que los histriónicos venden bien, se antojan atractivos y salvaguardares, y paradójicamente son peligrosos. Puede que la psiquiatría esté llamada a ser un importante instrumento de la misma política.

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