Les reproduzco a continuación el artículo que he publicado en la Revista La Alegría de mi localidad, en su última edición y que llevaba por título : BIODIVERSIDAD.
“ Me piden un artículo para la presente edición de la Revista “
La Alegría”. El motivo no puede ser otro más que la pandemia que
a todos nos ha azotado. Me vienen a la cabeza muchas preguntas,
conclusiones y respuestas. Ninguno de nosotros sabemos con certeza
si algún día volveremos a la normalidad, y si lo hacemos, cómo
serán nuestras vidas, cómo será el mundo que surja de la tragedia
que todavía vivimos. Por lo tanto, ante este amplio abanico me
quiero centrar en dos conclusiones de las muchas que se me ocurren :
una de carácter general; la otra más local, más cercana a todos
nosotros.
Empezando
por la primera, cabe decir que a mi juicio la pandemia ha firmado la
partida de defunción de la globalización. El enfermo ya venía
agonizando, solo que ahora el Covid le ha dado la puntilla, el
descabello definitivo. Algunos tipejos neoliberales quisieron hacer
un mundo global en lo económico y cultural, un mundo uniforme y
especializado, acomodado a sus intereses con el fin de que todos
acabáramos siendo un rebaño de ovejas a su servicio. Viajabas y
donde desembarcaras, aunque fuera en la otra punta del planeta, te
topabas con las mismas franquicias comerciales. Ya casi daba igual
visitar Venecia que Pekín. Todo eran compañías de aviación de
bajo coste que llenaban el cielo y la atmósfera de queroseno
contaminante, al igual que hacían los cruceros turísticos con sus
combustibles en el mar. En cualquier época del año comíamos, fuera
de temporada, naranjas o uva traídas desde miles de kilómetros, y
con total desprecio a nuestras lenguas, tradiciones y cultura se nos
imponía una misma música ( de dudoso gusto por cierto), idéntica
narrativa en la forma de hacer cine y hasta la omnipresente lengua
inglesa pretendía acabar con cualquier otra lengua vernácula.
Coinciden
todos los biólogos en que la uniformidad y la especialización, en
términos vitales, genéticos y sobre todo defensivos, supone un
empobrecimiento de la especie. Un campo de un solo monocultivo estará
mas expuesto a las plagas que otro en el que reine la variedad de
sembrados ; un pueblo, donde acaben siendo todos casi iguales, y
sus habitantes sean el fruto del cruce de muy pocos apellidos,
sufrirá muchas mas enfermedades producto de la endogamia y no tendrá
anticuerpos necesarios que le permitan resistir determinadas
patologías.
La
vida por su propia naturaleza es biodiversa. No hay una sola flor,
por fortuna hay miles de flores, y cada una de ellas es diferente
a la otra. Igual sucede con los animales, las culturas, los pueblos y
las lenguas. La pérdida de la diversidad de hecho nos empobrece y
nos debilita.
A
pesar de lo que digan, el nacionalismo no es malo, a veces es
liberador. Otra cosa es el nacionalismo agresivo, excluyente o el
imperialista. Quién duda de que el pueblo cubano o el suizo, no
sean nacionalistas. Ambos lo son, pero no lo son contra nadie,
simplemente pretenden preservar su propia identidad, sus
diferencias. Y sin que por ello se crean superiores a resto de los
pueblos. La misma idea socialista de fraternidad universal, al
contrario de mucha intitulada izquierda que de hecho ya dejó de
serlo, no reniega de los pueblos y sus diferencias. La doctrina, al
menos el marxismo leninismo, desde su comienzo estableció que el
socialismo lo llevaría a cabo- lo pondría en práctica- cada
pueblo mediante el respeto a sus propias tradiciones y cultura.
La idea socialista no sería así una suma de individualidades
amorfa, sino un conjunto de pueblos en el que cada uno de ellos,
respetada su idiosincrasia y particularidad, se uniría a los otros
soberanamente autónomamente en una meta solidaria y fraternal.
La
actual epidemia va a dejar muy tocada la idea de globalización
neoliberal uniforme. Cuando esta batalla finalice, estoy convencido
que otro mundo nos espera, si es que queremos enmendar nuestros
errores. De no hacerlo, y seguir como hasta ahora, el clima y las
plagas tarde o temprano nos harán desaparecer como especie.
Entrando
en la segunda parte de este largo artículo, se impone una profunda
reflexión. Decían que teníamos la mejor sanidad del mundo y hasta
los más optimistas repetían que éramos un gran país. Pues bien,
ni lo uno ni lo otro eran ciertos. Ante el ataque del virus ha
faltado de todo : epis, mascarillas, respiradores, test, camas. Lo
único que ha sobrado ha sido improvisación, mala organización y
cómo no burocracia por doquier. En lo que se refiere a nuestra
comarca, además, nos enteramos que a nuestro pobre hospital de
Barbastro le sustrajeron la competencia para practicar test
analíticos del Covid, designando para la tal tarea al Hospital de
San Jorge en Huesca. Un golpe más del caciquismo oscense para con la
parte oriental de nuestra provincia. Y decimos un golpe más porque
antes de aparecer la pandemia, nuestras listas de espera eran muy
superiores a las de nuestros vecinos de Huesca.
Cuando
todo esto acabe, me figuro que la mayoría valorará como la primera
de nuestras necesidades prioritarias una sanidad pública eficiente,
no como la que teníamos sujeta cada día más a recortes de todo
tipo. En lo que nos atañe la comparativa entre el hospital de San
Jorge en Huesca y el de Barbastro, ambos con la misma población
asistencial a su cargo, es escandalosa. Si el primero cuenta con 202
médicos, el segundo tiene 133. Lo mismo sucede con los/as
enfermeros/as, 279 por 194. Por especialidades médicas, se puede
decir que el hospital de Huesca casi dobla plantilla sobre el de
Barbastro : cardiología 4 por 7 ; oftalmología 6 por 11. Son sólo
ejemplos, pero les aseguro que en resto de las especialidades la
diferencias siguen la misma pauta.
Esta
insostenible e injusta situación no puede durar ni un día más. De
ustedes depende el cambiarla, presionando y exigiendo en la calle y
en todas las instancias. Y no esperen nada de nuestros políticos
locales, de cualquier partido ( sobre todo de los mayoritarios), de
cualquier ciudad de nuestra zona oriental de la provincia. Las listas
electorales se hacen en Huesca, pues el poder político a pesar de su
nulo desarrollo industrial se residencia en la capital. En
definitiva, que nuestros munícipes, nuestros diputados autonómicos
y nacionales, nuestros diputados provinciales, han preferido ante el
agravio que sufre el hospital de Barbastro, guardar un discreto
silencio. Han mirado más por sí mismos, que por todos ustedes a los
que dicen representar.
Pues
eso, que de todos nosotros, de la sociedad civil, depende que cambien
de criterio. Si nos ven movilizados lo harán. Y vale la pena, nos va
la salud en ello, y a veces la vida.”
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