jueves, 1 de febrero de 2018

Puigdemont y la opinión pública



La prensa del régimen vomita todos los días la intoxicación programada en el caso catalán.  LLegas a un bar a tomarte un café tan tranquilo y te encuentras con un conocido, que tiene su hijo en el paro, a su padre le han " subido" la pensión el 0,25% ( IPC del año anterior 1,1%), paga cada vez más por los medicamentos a la seguridad social, le han rebajado la dependencia de algunos de sus familiares mas cercanos y a él mismo le han bajado el salario en el último convenio colectivo y subido el valor de su piso ( por encima de mercado) en la contribución urbana, con lo que pagará más todos los años por su humilde vivienda y te espeta nada verte :  "¿ Qué haremos con Puigdemont ? es que lo de este  hombre no tiene nombre, es un cobarde que ha dado la espantada y ha liado una buena"

Vayamos por partes. Este personaje, que abunda más  de lo que creemos, está en el mejor de los casos alienado por el sistema y sus televisiones, o en el peor es tonto de naturaleza. Desde ayer mismo, andará la mar de contento al haber visto el programa de televisión de la clasista y semifascistoide Ana Rosa- esa que tiene una SICAP para no pagar impuestos, que luego el tonto al que me refería al comienzo acabará pagando- porque los "intrépidos " reporteros del programa se han hecho con los wasaps de Puigdemont (el delito cometido es lo de menos). Y allí, ha podido leer las dudas que surgen en el independentismo, su posible desmoralización y la lucha partidaria entre aliados.

Pero, analicemos quién es Puigdemont, fuera de los circuitos de intoxicación. Diré en primer lugar que es un hombre honesto y honrado. Con toda la suciedad que el Estado ha sabido sacar de la extinta Convergencia y Unió ( caso Palau, Pujol y familia, etc), ya se pueden figurar la que los centros de inteligencia le habrán buscado a este hombre. Nada han encontrado, por la sencilla razón de que este catalán se ha ganado la vida de periodista en diferentes medios, hasta que llegó a la política como alcalde de Gerona en 2011. Ahí se acaba todo. Es un hombre normal, que no han incursionado en los negocios, finanzas ni en la  corrupción.

En segundo lugar, me llama la atención la firmeza de sus convicciones. No es un estratega partidario aferrado a un cargo público. LLegó de rebote a la Presidencia de la Generalitat al imponer la CUP su nombre  para ocuparla  en detrimento de Artur Más, que ése si era y es  un político profesional. Sin el apoyo de la CUP no habíá proces y él asumió plenamente ese encargo, sabiendo el riesgo que corría.

Puigdemont, es un independentista puro que cree en la causa que defiende, y está dispuesto a arriesgar su propio bienestar y  el de su familia por el ideal. De cobarde no tiene nada, se autocondenó al exilio, pues con razón sabía que en España no le esperaba una justicia independiente, ni imparcial. Cumplió el mandato del pueblo de Cataluña y lo llevó hasta las últimas consecuencias. Por muy cómodo que pueda ser el exilio, Puigdemont es un ampurdanés que donde mejor le gustaría pasar los días que le queden de vida es en su tierra. No la cambiaría por todas la riquezas del mundo, ni por la mejor jaula de oro en un país extranjero.

Coherente con su ideología, se sigue considerando el Presidente de la Generalitat, pues, según él, sólo le debe obediencia a la voluntad del pueblo de Cataluña y hasta el último momento cumplirá con su obligación por muchas puñaladas que pueda recibir, incluidas, las de los suyos.

Hombre culto, políglota, educado y a buen seguro conservador por ser militante del partido en el que milita, el PDCAT, es a la vez flexible, dialogante y tolerante.

No coincido con sus ideas- por conservadoras- pero no dejo de admirarle como admiro al fallecido general Degaulle o al también fallecido General Lecrec.  Ambos cuando toda estaba perdido tras la invasión de Francia por los nazis, se refugiaron en Inglaterra, y llamaron a la libertad del pueblo francés mediante la lucha. La Historia les acabó dando la razón. Prefirieron los dos no aceptar las humillantes condiciones del vencedor alemán, relegando a Francia a un estado títere, como fue el de Vichy.

Puigdemont sabe que hoy nos gobierna todavía un neofranquismo camuflado de europeo y pseudómocrata, y está dispuesto a sacrificarse en su pacífica lucha por cambiar el actual estado de cosas y sus convicciones democráticas.

Desgraciadamente, no cuenta entre sus filas con muchos hombres valientes y de arraigadas convicciones. Ya hay varios- y lo demuestran los wasaps interceptados- que argumentando razones posibilistas prefieren ceder y negociar a cualquier precio. Es decir,  las razones de partido, por encima de las nacionales, se imponen en este caso, y la mayoría de estas voces- quién lo iba a suponer-  se han manifestado en las filas de ERC. Son muchos años  para algunos viviendo del sillón y de generosos sueldos, algo que no quieren perder, aunque la farsa de un régimen que ya ha demostrado no es democrático, pueda seguir muchos años más.

No sé como acabará este complejo lío. Pero Puigdemont, que ha sufrido él y su familia todo tipo de amenazadas, será coherente hasta el final. Sólo se retirará cuando el pueblo de Cataluña le retire su confianza. Mientras tanto, imbuido del papel que la Historia le ha deparado, como  a muchos otros presidentes de la Generalitat,  está dispuesto a sacrificarse. Los partidismos y el sillón no van con él. Desde su exilió luchará por su país, y ese piensa que hoy- por el el momento- es el mejor terreno de estrategia.

Juzgamos a los hombres desde nuestra propia mediocridad, y aborrecemos en este siglo XXI a los hombres con ideales, pues cuando nos miramos al espejo no nos gustamos, sujetos a diario, a tanta cobardía, sumisión, egoísmo, insolidaridad y miedo. Puigdemont es la excepción que confirma la regla. El siglo XX dio hombres decididos, cultos, valientes y con convicciones, con todas sus luces y sus sombras. El actual siglo da asco, nunca se vio tanto cordero balando. Ni a tanto mediocre o  tonto suelto.

PD.- Les dejo el video de otra chirigota de Cádiz, donde al contrario de cebarse con los derrotados, como hicieron los cobardes que decapitaron simbólicamente a Puigdemont, se ha atrevido a levantar su voz sobre lo que viene sucediendo en Cataluña y España.




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