El
Marcelinismo ha muerto; su transunto, el baturro Lamban, también. Ya
saben, esa doctrina que decía que había que ganar los gobiernos
como fuera para que “ no gobernara la derecha”. Y el caso es que
tamaña simpleza desde hace bastante tiempo ( demasiado) funcionó
con el PAR. Cuando decimos funcionó, se entiende para toda una
legión de oportunistas que sólo buscaban cargo y sueldo, no para el
pueblo que les votó, y menos para la ideología que decían
representar, pues las políticas aplicadas siempre fueron de
derechas. Cuando por fin llegó Unidos Podemos, y todos nominalmente
ya éramos de izquierdas,la verdad es que el giro se notó mas bien
poco.
¡
Que pronto hubieron de adaptarse los recién llegados chicos de
Podemos a la doctrina imperante para que todo siguiera igual ¡
Cierto es que se conformaron con poco. Los del PAR salían más
caros.
La
derrota ha sido en toda la línea. Probablemente, se perderá la
comunidad autónoma ( su capital también), aunque el baturro Lamban
es capaz- en su anticatalanismo patológico- de seguir provocándole
dolores de cabeza a Pedro Sánchez, y volver a contarnos ( como hacía
Marcelino con el PAR) que se hace precisa una alianza con Ciudadanos,
más que nada porque uno y otro “ son partidos de centro” y “hay
que frenar a la derecha”, cuando todos sabemos que ambos son el
exponente de lo más reaccionario. Todo es posible.
Huesca
ciudad se puede perder y la derecha, sino se pelean entre ellos,
sumará para gobernar. También en Monzón y Barbastro, es probable
que suceda lo mismo. El resultado del PSOE y sus aliados ( Cambiar y
Podemos) en la capital no ha cogido de sorpresa a casi nadie. Se
habían limitado los ediles del PSOE ( y sus aliados) estos últimos
cuatro años a cultivar el puesto y poco más. Igual ha sucedido en
Monzón, donde la derecha puede sumar. El PSOE se ha quedado igual
que estaba en concejales ; Cambiar-IU ha perdido un concejal y
Podemos se ha quedado en nada, lo mismo que la CHA. La verdad es que
la llegada en su día de la izquierda al poder municipal en estos
últimos cuatro años apenas nadie la notó. Sorpresa por tanto,
poca. Y llegamos a Barbastro, buque insignia de la doctrina
Marcelinista. Más de 20 años llevaba Antonio Cosculluela y sus
aliados de IU, argumentando que “ viene el lobo”, hasta que en
una ciudad con síntomas de esclerosis profunda, producto de no hacer
nada y vegetar, bastantes vecinos se dijeron como en el poema de
Kavafis ( “esperado a los bárbaros”) que daba igual y a lo mejor
éstos eran la solución.
Cuando
estas líneas se escriben, no sabemos qué pasará con la Diputación
Provincial. Es probable que los restos del Marcelinismo- que allí
nació- se conviertan si ganan el ente provincial en el refugio de
los restos del ejército derrotado. Allí darán sus últimos
estertores, apoyados en el mundo rural, pues las principales ciudades
las han perdido. Genio y figura hasta la sepultura. Eso sí, uno de
sus generales, viendo venir la que se avecinaba, se escapó un tiempo
antes al Senado.
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