sábado, 7 de octubre de 2017

Cataluña : secesión y lucha de clases

Proceso de autodeterminación o revolución en Cataluña, esa esa la cuestión.. Tomen la opinión que sigue  únicamente como lo que es:  una opinión más.

El dinamismo y modernidad  industrial de Cataluña, lo  que la diferencia de otras regiones de España, proviene de sus antecedentes históricos . Cataluña  que formó parte de la Corona de Aragón, consolidó su estructura económica en su expansión comercial y manufacturera por el Mediterráneo, durante los siglos XIV , XV y XVI, dejando atrás el feudalismo para entrar con toda decisión en el mercantilismo ; todo lo contrario que Castilla,  que  encerrada en la meseta y   eliminado el movimiento comunero, dilapidó todas la riquezas provenientes de sus conquistas en Ámerica en interminables guerras en Europa. Mientras la Corona de Aragón vio nacer un tejido de artesanos y mercaderes, Castilla alumbró una sociedad de guerreros, frailes, latifundistas e hidalgos, que  se sostuvo mientras pudo gracias al oro de las colonias de nuevo continente.

No es extraño pues que Cataluña a partir de los siglos XIX y XX, como en el resto de Europa, alcanzara a entrar primero en la revolución burguesa y después la industrial. Con la excepción del País Vasco y Levante,  y poco más, el resto de España unió durante mucho tiempo su destino a  una casta de funcionarios reales, rentistas y latifundistas, agraristas incapaces de modernizar sus explotaciones y competir.; y así llegó muy tarde a estos procesos burgueses e industrializadores.

Si unimos a todo lo expuesto en Cataluña, lengua propia y hasta una diferenciada cultura y forma de entender la vida, a simple vista se advierte el contraste entre un mundo y otro.

No voy a seguir con los hechos y conflictos que se generaron entre estos contrastes que ya empezaron a manifestarse a partir del 1640, fecha de la Revolución de Els Segadors y posteriormente en la Guerra de sucesión a la corona de España en  1714 y los Decretos de Nueva Planta, o en la  I y II Repúblicas y la Dictadura de Franco. Habrá ocasión de analizar estos antecedentes históricos.

El caso es que,  a la salida de la dictadura y durante la democracia inaugurada con la constitución de 1978, el tejido económico de Cataluña se componía y compone en la actualidad, de varias clases sociales : la primera, el gran capital  y sus lacayos que durante la dictadura colaboró con el régimen anterior, beneficiándose de todo  tipo de medidas a través del BOE y vendiendo a muy buen precio su españolidad. De la tranquilidad que  esta clase y sus servidores le proporcionaron al régimen, evitando cualquier tentación separatista en el territorio, resultaron muy buenos negocios. La segunda, un muy amplio tejido  industrial de comerciantes, pequeños y mediados empresarios con mucha iniciativa, capacidad competitiva e innovación en sus manufacturas. La tercera, un agro muy bien explotado de pequeños y medios propietarios, que obtiene productos de mucha calidad, y se articula en muchas ocasiones a través de un  importante movimiento cooperativo. La cuarta y última, consecuencia de todo lo anterior, una clase obrera industrial con muy buena formación profesional, que tuvo desde finales del siglo XIX y el XX una fuerte presencia sindical de inspiración anarquista en la defensa de sus derechos.Y aún la tiene en parte a pesar de la llegada de muchos españoles de otras regiones de España, que a esta fecha han asimilado en gran parte la cultura catalana.


Durante la dictadura la alta burguesía catalana fue, como hemos citado, una clase que colaboró y se beneficio del régimen,  y tuvo a gala desprenderse de los signos más evidentes, incluida la lengua en algunos casos, de su nacionalidad, asimilándose así a una cultura española uniforme.  No así sucedió, con la segunda, tercera y cuarta clase de las descritas, que conservaron sus señas nacionales de identidad, pues incluso esta última clase ( la cuarta) supo asimilar a sus movimientos sindicales y reivindicativos de clase  el hecho diferencial catalán.

Con la llegada de la democracia, la primera de las clases ( la alta burguesía)  una vez reconvertida, se articuló en un movimiento conservador catalán, que desde su hecho diferencial, supo jugar muy bien sus cartas frente al poder central con una ley electoral que la beneficiaba, haciéndose  constantemente necesaria como muleta para articular mayorías en el Parlamento español. Unas veces lo hizo con el PSOE, otras con el PP, pero siempre resultó necesaria para que ambos pudieran gobernar. Desde esta posición privilegiada supo arrancar al gobierno central todo tipo de beneficios como ya hiciera durante la dictadura, aprovechando al igual que los partidos nacionales ( PP - PSOE)  este escenario para enriquecer a sus cuadros y estructuras con la corrupción. Todos se necesitaban, y se trataba de no escudriñar recíprocamente los unos ( PP- PSOE) en la basura de los otros ( Convergencia y Unió Democrática de Cataluña). Del lado catalán Convergencia y UDC cumplieron a la perfección con el pacto tácito. No en vano, Pujol y toda su camarilla, habían fundado CIU, deprisa y corriendo con cuadros reclutados  entre alcaldes y cargos de pasado franquista.

Como antecedente del conflicto de estos días, es significativo destacar el debilitamiento de los partidos políticos catalanes que representaron en todo o en parte los intereses de la alta burguesía catalana, fruto  de sus corruptas estructuras y de la política de recortes sociales puestas en marcha en Cataluña por estas formaciones conservadoras a raíz de la actual crisis económica en toda España. Así, Convergencia vio sensiblemente rebajadas sus expectativas electorales  y  UDC, su socio de gobierno, despareció del todo. La crisis económica trastocó toda esta estabilidad política.

Fue entonces cuando estos partidos y sus corruptos cuadros,  o lo queda de  ellos, asustados y en medio de  un escenario donde la colaboración con el gobierno central ya no  les reportaba como antaño tan muníficas rentas, debido a  la actual crisis económica de una España que está en  quiebra -aunque no se diga-,  se lanzaron a una aventura de alianzas con las clases  sociales y los partidos donde siempre anidó el sentimiento nacional republicano catalán, es decir la CUP y ERC,  para forzar un concierto fiscal- al igual que el navarro o vasco- que  garantizara su tasa de beneficio. España arruinada poco podía ofrecerles  ya y mejor sería conservar  un PIB ( Cataluña representa un PIB entre el 20 y 25 % del total español) dentro del territorio catalán. 

Y en esta pelea  entre burguesías se topó con uno de los menos hábiles y más incultos gobernantes que ha tenido España, D. Mariano Rajoy Brey, hijo de un partido, que sigue empeñado en una España uniforme, y que hizo todo lo posible con muy malas artes ( un día las comentaremos al detalle) para cercenar y prácticamente anular en el Tribunal Constitucional el nuevo estatuto de Cataluña, que había aprobado el Parlamento español y votado el pueblo catalán. Y después, para negarse rotundamente a una negociación,  prohibiendo un referéndum pactado, como en Escocia o Quebec.

La rebelión a partir de este momento se incubó y en estos días ha estallado.

Se avecinan días decisivos y el PDCAT ( nuevas siglas de la antigua CIU)  que  ha encabezado la rebelión catalana, junto a sus nuevos aliados ERC y la CUP,  duda en dar el paso definitivo de una Declaración Unilateral de Independencia y se apresta a negociar con Madrid y su gobierno- una vez más después de las tensiones creadas- en busca de  un nuevo  pacto de clase entre la oligarquía  española y catalana que mantenga los privilegios de ambas. Quizá en estos momentos ya  se esté negociando debajo del tablero, a escondidas, pues ambas altas burguesías ( la catalana y la española) piensan que  han llegado demasiado lejos en su combate. Sólo que esta vez, las otras clases sociales utilizadas para forzar esta negociación desde Cataluña, no están por la labor y se lo van a poner muy difícil. Las cosas en Cataluña se han tensado demasiado después de las singulares votaciones del 1 de octubre y la violencia policial que acompaño esos comicios.

Veremos lo que ocurre en los próximos días. Pero esto  cada vez más se parece a una revolución y un proceso de lucha de clases que a un movimiento  exclusivamente secesionista. ERC y la CUP, cierto que abogan por una independencia, pero aún más porque esta se proclame en forma de república con tintes sociales, que proteja a los trabajadores y la pequeña y media burguesía, de la rapacidad de la oligarquía catalana y española . Si la izquierda española hubiera  apoyado decididamente el derecho del pueblo catalán a votar su destino en un referéndum con garantías y pactado, la monarquía hubiera caído, el gobierno actual por supuesto también, y se habrían abierto los caminos de una república social y confederal española mediante un proceso constituyente, donde Cataluña tendría su encaje, junto al resto de los pueblos de España. 

En próximos artículos analizaremos el triste papel de la izquierda española.









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