jueves, 12 de octubre de 2017

Negociación o imposición : para Cataluña y España graves consecuencias en ambos casos


Apunté la posibilidad  en alguno de los artículos de este Blog y más en el desarrollo en mi artículo titulado: " Cataluña secesión y lucha de clases", de que algo así podría  suceder. Es decir, pacto entre altas burguesías ( la catalana y española), tregua, suspensión de la secesión y negociación a escondidas.

En Cataluña además de su secesión se estaba fraguando un peligroso clima revolucionario. ERC y la CUP y detrás de ambas formaciones el auténtico sentimiento nacional catalán, que  dirigía la revuelta. El objetivo ya no era exclusivamente la secesión. Se trataba de proclamar el Estado catalán en forma de república. Peligro público número uno para el régimen de 1978, con el rey a su cabeza, que es lo mismo que decir  los dos partidos políticos turnistas  PP/ PSOE ( al igual que en la  Restauración lo hicieran LIBERALES/ CONSERVADORES),  y  también para todos los intereses de la oligarquía española, clasificada con nombres y apellidos en el Ibex- 35. España sin Cataluña es difícilmente viable en términos económicos, y, por otra parte, la república como forma de Estado podría ser exportable al resto de España. 

La lucha entre los grandes poderes económicos ( entre burguesías nacionales) forma parte del análisis que ya hiciera Karl Max. No solamente la dialéctica nos muestra como  el motor de la Historia ha sido la lucha de las clases entre los desfavorecidos contra los que los explotan, sino también la lucha  entre las diferentes burguesías nacionales  por acaparar todo el beneficio y la plusvalía. La guerra de 1914, motivada en gran parte  por el reparto colonial es sólo un ejemplo. Lo mismo sucede en la esfera individual, ya que el capital tiende al monopolio, sea nacional o internacional, destruyendo al adversario. La llamada  en términos de mercado competencia perfecta, no ha existido nunca.

ERC y la CUP, y muchos otros sectores de la sociedad catalana, representaban, y representan, las aspiraciones de gran parte de los trabajadores y de la pequeña burguesía urbana y agrícola ( con un importante movimiento cooperativo detrás) hartos de la rapiña de los grandes poderes económicos. Y detrás de todas estas clases sociales en Cataluña  anida- y anidó siempre- un fuerte y auténtico sentimiento nacional.

La alta burguesía catalana  por contra nunca lo tuvo, más allá de lo simbólico. Durante la dictadura fue una fiel colaboradora del régimen, vendiendo a muy buen precio la pacificación de este sentimiento nacional en Cataluña en aras de la unidad de España. Con la llegada de la democracia supo reconvertirse en un partido nacionalista conservador ( CIU), explotando las ventajas de una ley electoral que lo hacían arbitro y muleta necesaria  para el gobierno de cada uno de los grandes  partidos políticos de España.  En esta situación de privilegio robó a mansalva todo lo que pudo ( favores en el BOE aparte) imitando a sus fraternos hermanos  de clase en el resto de España, tan ladrones o más que ella misma. Hoy por ti mañana por mi, todos hicieron la vista gorda. Pero la crisis económica lo trastocó todo. Los recortes sociales aplicados por la burguesía  en Cataluña llevaron  a  su partidos más representativos a la casi desaparición ( en el caso de UD, a la desaparición completa). Los restos del naufragio, se reconvertieron de CIU  en  PDCAT, con el fin de sobrevivir, y dentro de esta estrategia a forzar una estrategia con el fin de obtener para Cataluña un concierto fiscal , al modo del vasco y navarro, que le permitiera retener la mayor parte de las rentas del PIB de la región. Ante la negativa de Mariano Rajoy y del PP,  el PDCAT elevó la apuesta en forma de independencia.

En la batalla cada una de las partes enfrentadas ha utilizado sus armas. PDCAT se ha servido del sentimiento nacional catalán ampliamente arraigado en la pequeña burguesía, el campo y gran parte de los trabajadores. Todo ello apoyado en una enorme movilización social. Para ello, se alió con ERC y la CUP, y confió en  los reconocimientos  internacionales del proceso. Por su parte, el gobierno en manos del PP- y lo estamos viendo estos días- ha utilizado todas las herramientas que el ordenamiento jurídico le permite, la fuerza de los cuerpos policiales, la judicatura y recientemente también la movilización  social en Cataluña y fuera de ella, no exenta de la presencia de grupos violentos de extrema derecha, a los que se tolera y deja hacer. Únase a ello la ofensiva internacional en busca de apoyos, alguno de ellos comprado a muy buen precio ( adquisición de armamento a EEUU).

En este escenario, tensada la situación internacional con una prensa que no ha sido muy favorable a la actuación policial del 1 de octubre en Cataluña,  el sostén discreto de la UE y  EEUU a las posturas del gobierno central y evasivas a pronunciarse  sobre el conflicto de ciertas pequeñas repúblicas europeas, ambas altas burguesías, la catalana y la española, ha dejado abierta la puerta a la negociación.

Lo sucedido el otro día en el Parlament con la declaración del presidente de la Generalitat, donde ni el mejor filólogo y jurista supo adivinar lo que quiso decir, pero que de facto dejó de proclamar la independencia ; y por el otro lado, la vaga promesa de una reforma constitucional  por parte del gobierno que diera encaje a ciertas aspiraciones catalanas, para mi es un signo evidente de una llamada a la negociación del dinero y quizá de poderes supranacionales.

En estos momentos de tregua temporal, dos escenarios son posibles :

El primero, la posible cerrazón del gobierno pretendiendo imponer la humillación, la victoria e incluso la venganza, que por muy legal que pueda ser, ya dijo Santo Tomás que la ley sin piedad, es pura crueldad.  Y el segundo, la negociación donde Cataluña por complicados vericuetos, podría llegar a  renunciar a la independencia y alcanzar un régimen de concierto fiscal semejante al navarro y vasco.

Uno y otro van a suponer inestabilidad y en ambos casos van a dejar el régimen de 1978 muerto o francamente debilitado. Si el Estado impone su postura  mediante la ley,  aplicada con toda dureza, surgirá la resistencia pasiva de gran parte de la sociedad catalana y constantes huelgas y movilizaciones de todo tipo. Resultado : desprestigio para España en la esfera internacional y profundización de la grave crisis económica que ya padece. Ya no quiero ni pensar en un posible Ulster.

Si llega a alcanzarse una negociación, ésta será larga y difícil, generando a su vez incertidumbre. También  el pacto final que se logre no estará exento de conflictos. Los sectores de extrema derecha que viven en el PP, acabarán separándose en otro partido, o aglutinados en la nueva falange española, que es Ciudadanos. Más todavía : las regiones del sur de España ( Andalucía, Extremadura y otras) no admitirán una reforma constitucional que las empobrezca aún más, al aprobarse un nuevo concierto fiscal para Cataluña. En estas circunstancias, la ruptura alcanzará al mismo PSOE.

Del lado catalán, no habrá menos. Muchos sectores populares y de la pequeña burguesía se sentirán traicionados y castigarán al PDCAT,  que podría llegar a desparecer electoralmente y ello sin perjuicio de  que ERC y CUP  puedan conformar un nuevo bloque con suficiente mayoría independentista como para denunciar el pacto y retomar nuevamente la vía de la independencia.

En definitiva, ambas soluciones, tienen como escenario futuro grandes problemas e inestabilidad durante un largo tiempo para España como nación y el régimen constitucional de 1978. Algo muy grave en los  tiempos de crisis que padecemos.

Hubiera cabido una tercera postura, si en España existiera una izquierda, que no la hay. Una alianza de los partidos políticos catalanes con la izquierda española, constituyendo  entre todos ellos un frente, para a través de una reforma constitucional, alcanzar una República española, laica, social y confederal que hubiera acabado con la monarquía y los sectores oligárquicos que esta representa. Del lado catalán hubieran estado dispuestos a constituir este frente ( del que tarde o temprano se hubiera bajado el PDCAT);  del español, ni les pasó por la cabeza o les asustó la idea, tan a gusto como están disfrutado de sus poltronas.





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