lunes, 25 de junio de 2018

La inmigración es imparable

Ya se van desvelando los planes para la inmigración. La que Italia  rechaza, la que llega masivamente a Grecia, España y Francia. La que resulta imparable y aumenta por momentos, la que Occidente ha contribuido  a acelerar, a medida que saquea  África de petróleo, coltán y otras materias primas. 

En cada país  de África sostenemos a un un capataz ( el consejo de administración está en Europa y EEUU), que oprime, sojuzga y roba a su pueblo. Y cuando no lo hace, le declaramos una guerra "humanitaria" en nombre de los derechos humanos, le acusamos de tirano y dictador, y lo asesinamos sin mayores contemplaciones. Fue Libia, con Gadafi; Sankara en Burkina Faso ; o Patricio Lumumba en el Congo.

La pobreza que hemos generado en el continente, sólo invita a la procreación masiva de su población. Y así,  la bomba demográfica, que nosotros hemos creado, ya la tenemos  aquí al lado, mientras nosotros seguimos tan contentos derrochando y despilfarrando recursos hasta que el medio ambiente aguante. En África ya nadie soporta lo que está sucediendo, y con mafias o sin ellas, enormes masas de africanos jóvenes se aprestan a tomar la patera o cualquier medio para cruzar el Mediterráneo.

Hace ya  tiempo que occidente perdió toda su autoridad moral, si es que alguna vez la tuvo. Y además, con razón, tiene miedo y se encuentra a la defensiva. De los nobles ideales de la Revolución Francesa y de la Ilustración como un proyecto que redimiera a la humanidad, hemos degenerado en el nihilismo, el relativismo moral y  en el hedonismo  en forma de consumismo desenfrenado a costa de quien sea como sea. Ya no  tenemos proyecto. Se trata de aguantar todo el tiempo que se pueda. 

La última medida que, al parecer, se dispone a adoptar Europa a propuesta de Pedro Sánchez, Italia y Francia, es la de abrir centros de internamiento cerrados- un eufemismo más para las conciencias- en terceros países subdesarrollados, es decir campos de concentración para alojar en ellos a toda la inmigración que llegue en  lo sucesivo.

Es el mismo proyecto- pero esta vez con personas- que ya venimos haciendo ubicando  nuestros vertederos de materiales radiactivos y contaminantes, nuestra basura, en esos mismos países, a cambio de unos pocos euros que les pagamos, perdón, que pagamos a nuestro capataz de turno, y cuyo sátrapa tiene por costumbre domiciliar sus cuentas en nuestros propios bancos en Europa, EEUU o en los paraísos fiscales. 

Como el nazismo, ya nos aprestamos  a crear nuestros propios campos de concentración, dirigidos y administrados por el tiranuelo que contratemos. Si no son de exterminio, se le parecerán mucho. 

Pero hagan lo que hagan, presiento, sólo hará  que retrasar nuestro decadente final. Con estas medidas o sin ellas, la inmigración seguirá llegando a medida que nos envilezcamos cada día más.


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