martes, 11 de julio de 2017

Líneas rojas

Queda muy bonito definirse de izquierdas, o progresista  ( nunca supe qué era  esto realmente). Pero el tiempo y la realidad pone a cada uno en su sitio. Existen líneas rojas y en cada devenir histórico el análisis de lo que sucede en el mundo las proporciona. Al igual que ocurrió en su día con la República española, nuestra guerra civil y la dictadura que la siguió. O se estaba con unos o con los otros.

En este momento existen  dos lugares en el mundo donde se libra la eterna  la batalla entre el capital y el trabajo,  entre el Estado entendido como herramienta al servicio  de las mayorías  o de las oligarquías que lo ocupan en su propio beneficio, entre el derecho de los pueblos a su soberanía o el poder imperial que los hace títeres de sus intereses,  entre el hombre limitado  a una  mercancía más o entre su derecho a su  propia  cultura y dignidad  que pasa por la  defensa de en sus inalienables derechos,  sobre todo los sociales. Estos lugares  o rayas rojas se llaman  hoy  Siria y Venezuela.

Todos aquellos partidos que  callan, asienten  o lanzan evasivas, ante la evidente agresión  de los de siempre a estas dos soberanas repúblicas, y sus pueblos,  pueden calificarse o autodefinirse de lo que quieran. Pero no son de izquierdas. Venden humo y sólo palabras en busca de las bien remuneradas  poltronas que generosamente les facilita la Ley electoral española y sus subvenciones.

Evoco los versos de Gabriel Celaya:

Maldigo la poesía, concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.




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