viernes, 7 de julio de 2017

Una historia real

La historia que sigue es verdadera. Más de uno querrá saber más y echará de menos en  la narración detalles importantes. No se han recogido  deliberadamente. De hacerlo, el personaje, el protagonista, podría ser identificado y despedido automáticamente. Saquen ustedes la conclusión que corresponda respecto al pregonado " estado de derecho" en el que dicen vivimos.  Juzguen ustedes mismos la calidad democrática de nuestro régimen político. Y sobre todo, de la libertad de expresión que dicen existe y la veracidad  de la información que recibimos.

Pertenezco a una asociación de ámbito nacional, digamos alternativa y no política,  que una vez al año  celebra su junta general. No somos muchos pero sí los suficientes, para que con nuestras modestas cuotas podamos cumplir nuestros objetivos. Las juntas suelen finalizar  en una cena o comida con el objeto de que todos en un ambiente de camaradería podamos conocernos mejor.

El protagonista de la historia se sentó a mi lado en el ágape. Conversando con él, supe  que trabajaba como periodista en los servicios informativos de una importante cadena de televisión nacional y no es 13TV. Lo venía haciendo desde hace bastantes años como fijo en plantilla. Su trabajo se ceñía a la redacción de las noticias  en los telediarios  junto a otros profesionales. Podríamos decir, en cuanto a la importancia de  su trabajo en el medio,  que no era desde luego el chico de los recados en este departamento. 

Pronto puede saber que su salario sin ser exagerado, cubría  sus necesidades. Cabría calificarlo como un salario medio en el sector en orden a las tareas a desempeñar. Mi primera sorpresa vino cuando me informó  de las remuneraciones de las estrellas que presentan los telediarios. No  eran  salarios sustancialmente mejorados respecto de los del protagonista, lo que podría ser hasta lógico. La cifras resultaban escandalosas se examinarán desde cualquier punto de vista.  En cualquier caso, por encima de las de muchos de nuestros políticos.

Más adelante, siguiendo con la charla, me hizo saber su hartazgo sobre el grado de manipulación informativa  a que se veían sometidos- él y  sus compañeros de redacción-  desde la dirección. La mayor parte de las noticias redactadas provenían de fuentes nada confiables y agencias muy concretas. Resultaba prácticamente imposible, con los medios que les proporcionaban, beber en otras fuentes, y de hacerlo por su cuenta no estaba bien visto y hasta podía ser censurado.

En esta situación estaba llevando al protagonista- hombre culto, inquieto y decente- a plantearse problemas éticos, cada día más acentuados. Hasta que de un año a esta parte,  pudo resolver todas sus dudas morales y contradicciones, vivir tranquilo y disfrutar de su trabajo. Se le veía contento y relajado. Había solicitado, y la cadena televisiva se lo concedió,  el pasar a la redacción de noticias deportivas de esos mismos telediarios.

Me confesó que allí, en la sección deportiva, al menos no se miente y uno  puede opinar lo que quiera. Se sentía libre y realizado profesionalmente. En el desempeño de sus nuevas tareas, había llegado incluso a sostener  una buena amistad  con alguna de las figuras de  nuestros deportes  más o menos minoritarios. Me elogió la calidad humana de alguno de estos deportistas.

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