miércoles, 14 de junio de 2017

Francia sin pulso

Veo a Francia y no  la conozco. Leo su historia y todavía menos. La patria de los jacobinos y la Revolución francesa, la de la Comuna de París, la resistencia en la II guerra mundial, el mayo de 1968, y si me apuran la Francia del General De Gaulle, ha muerto o se encuentra narcortizada. Es un enfermo terminal sin pulso y ya no responde. Ha sido absorbida por la globalización y la cultura anglosajona. Más del 50% de su cuerpo electoral no ha votado, se ha abstenido, en la primera vuelta de las últimas elecciones a la Asamblea legislativa.

El partido socialista ha desaparecido prácticamente y  el comunista sigue más que en bajo mínimos. La Francia insumisa del troskista Melenchón, sigue confusa y desnortada. Sus resultados no han pasado del 15% de aquellos que han ejercido su voto. El frente nacional, de Jean Marie Le Pen, se ha contenido y tiende a la baja ; los exgaullistas "republicanos", a los que de gaullismo ya no les queda nada, siguen de igual forma en  grave descenso, y, por encima de todos se alzado un partido de neoliberales, oportunistas ex socialistas y tecnócratas llamado "Francia en marche" que gobernará  Francia con mayoría absoluta.

"Francia en marche" de la mano de su líder Macrón ( un producto neoliberal salido de las finanzas internacionales) aplicará con toda tranquilidad la receta neoliberal que acabará con la Francia social y la independencia de su política exterior, o lo poco que ya le queda de ella. Se avecina un cambio profundo, donde la identidad de la Francia cultural e inquieta, amante de su sus tradiciones, se verá muy pronto sustituida por el pragmatismo del mundo anglosajón : el hombre económico, frente al político e ilustrado.

Desde la muerte del General del General De Gaulle, todo han sido renuncias y pérdida de influencia exterior. Desde entonces, Francia  ( con el pequeño paréntesis de Jacques Chirac), monaguillo de EEUU e Inglaterra en lo político, y de Alemania en lo económico, ha ido perdiendo peso en manos de verdaderos mequetrefes. La personalidad de un tal Sarkosy o peor aún, de Hollande, últimamente, dejan constancia de este hecho. Ambos no  resultaron ser más que dos bufones, cuya vida privada era objeto de chanzas en los programas del corazón de cierta prensa.

Recientemente, comiendo con un empresario francés, se me quejó de que en sus comunicaciones por correo electrónico  con una empresa alemana ésta le rechazará que la correspondencia comercial se sostuviera en ingles, en lugar del alemán que solicitaba. Un idioma, el inglés, del que la UE ya sólo conserva, después del Brexit, en dos estados miembros: Irlanda y Malta, y aún en esos países  es compartido con el gaélico y el maltés.

Podría haber reivindicado el francés ( Francia, Luxemburgo y Bélgica lo hablan) o aceptar el alemán ( Alemania, Austria, parte de Chequia, Luxemburgo y una parte de Bélgica lo hablan). Pero nada, aún cuando también Suiza (ya fuera de la UE, pero dentro de Europa), habla francés y alemán, mostraba su voluntad de someterse al inglés. Si la propia UE ya no reivindica y defiende sus propios idiomas, qué porvenir le espera como unión política, qué porvenir le espera a Francia.

Una colonia más de EEUU, es la respuesta. Anteayer Macrón solicitó de Teresa May que, después del portazo, el Reino Uno volviera al redil. Otra vez el caballo de Troya dentro de la UE. 





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