martes, 13 de junio de 2017

Mas sobre Cataluña y España

Deje insinuado en mi anterior artículo, que el problema de Cataluña no es Cataluña, sino España. De los Reyes católicos en adelante hemos sido gobernados por reyes extranjeros, primero los austrias y luego los borbones. Unos y otros, con alguna pequeña excepción, pensaron siempre en los intereses de su corona en el teatro europeo más que en el interés nacional, hasta que desfondados y arruinados por las innumerables guerras de dinastías entramos en decadencia. Dilapidamos las riquezas que llegaban de América y destruimos, sobre todo en Castilla, nuestro incipiente comercio e industria. Igual forma siguieron en manos de estos reyes nuestras tradicionales instituciones democráticas de la época, cortes, fueros y diversos reinos de España, confederados en la corona. La sofocada rebelión de los Comuneros, fue el embrión de nuestros males futuros.

Cuando hubieron acabado con este patrimonio, que era de lo más extenso sobre todo en las colonias de America, nuestros reyes se dedicaron a explotar la única finca que ya les quedaba. Por supuesto, en su propio interés y en el de una casta de holgazanes, oligarcas y privilegiados que los sostuvieron. Durante el siglo XIX el panorama ya era desolador: atraso, devastación y oscurantismo. Dicen que Napoleón en la ocupación del suelo patrio, contempló el proyecto de anexionar del Ebro hacia el norte a Francia, y dejar el resto en manos de su hermano José, como estado tapón con África.

Posteriormente, todos los intentos de modernización y cambio de la estructura política, base del futuro desarrollo, fueron frustrados por la oligarquía borbónica : Trienio liberal y Prim, primera y  segunda república después. Los propietarios de la finca, que no de la patria, lo impidieron. Una guerra civil fue el precio, para que esta vez el reloj de la historia se detuviera de nuevo 40 años con una dictadura.

La Llegada de la democracia, sólo hizo que lavar la cara a nuestra tradicional estructura caciquil y oligárquica. El pacto democrático, una vez más fue por las alturas, entre las élites. Los de siempre conservaron sus inalterables privilegios y apenas cedieron unas migajas al pueblo. Y con ellos, el secular atraso de España siguió vigente.

Hoy la división de la línea del Ebro sigue ahí. País Vasco, Navarra, Aragón ( más que nada por estar en este corredor), Cataluña, y en menor medida Valencia, Galicia y Cantabria, sostienen a España. Asturias, con la ruina de sus minas de carbón es la excepción.

Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha en relación a su población mantienen un PIB ridículo y lo peor, conservan una estructuras caciquiles y clientelares que impiden cualquier industrialización. Salvo el turismo, esas regiones se sostienen en el empleo público, ayudas, emigración y un sector industrial mínimo. Por otro lado, la agricultura sigue sin explotarse en todas sus posibilidades.

En el centro quedan Castilla León y Madrid. La primera se sostiene a duras penas gracias a la ayudas de las regiones del Norte, sin bien no tan escandalosamente como las regiones del Sur ; y la segunda, Madrid, es una isla artificial creada en el centro que explota su capitalidad. El sistema radial de comunicaciones hace que pase por Madrid cualquier intercambio, que sería mucho más eficaz y rentable con comunicaciones directas entre los auténticos polos de desarrollo.

Si Madrid no fuera la capital de los ministerios y la administración supercentralizada, automáticamente perdería entre un 20% y un 30% de su PIB. A eso había que añadir que se ha fomentado- y se sigue fomentando- la instalación en la capital de casi todas las sedes sociales y administrativas de compañías españolas y extranjeras, que viven de los favores del BOE. Es decir, de las adjudicaciones y concesiones derivadas de los contratos públicos, sujetas a todo tipo de arbitrariedades. En suma, una ciudad cortesana, pletórica de grandes bufetes de abogados y auditores pegados a a los lobys influyentes, corrupciones aparte. Todo este sector, constituye un porcentaje del PIB en la región que bien podría bien alcanzar un 50% más. El sector industrial de la región, sigue ausente.


Con este panorama, ante lo irreformable del sistema (Madrid y el sur), no es extraño que Cataluña quiera irse. Unas regiones sostienen a las otras, y el poder oligárquico no tiene ni la más mínima intención de cambiar las cosas, pues su punto de apoyo fundamental pasa por esas regiones atrasadas. Las otras regiones del norte, si el principado lo lograra, sería cuestión de tiempo el que la siguieran. Si esto sucediera, la idea de España resultaría insostenible.

Siento decir todo esto. Andaluces, madrileños y extremeños, son magníficas personas, trabajadoras y capaces. Lo han demostrado cuando han emigrado a Europa y al Norte de España, y han podido liberarse de la férula de la oligarquía señoritil que las oprime e impide el desarrollo de capacidades.









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