Ha empezado la limpieza. Con la ejecutiva en sus manos y el congreso también, el último bastión a batir es el poder territorial, eso que llaman baronías. Igual que en la Revolución francesa, primero fue la toma de la Bastilla ( primarias) y luego el control de la Convención ( congreso). Con esos instrumentos en la mano, la burguesía triunfante se dispuso a acabar con el antiguo régimen, es decir la nobleza ( baronías).
Cabe la insurrección o la resistencia de la Vendeé ( contrarevolución, que finalmente fue ahogada en sangre) en los congresos provinciales o regionales. Lo dudo, es mucho el ejército de las nuevas generaciones que aspiran a puestos en esta etapa, incluidos los damnificados y como no, los que sin haberse significado mucho en la lucha sostenida, están dispuestos a colocarse en el nuevo orden.
El cambio y con él la desaparición de las baronías, tal como hoy la conocemos, se desarrollará paulatinamente. De menos a más. El poder regional está desgastado ( casi es una gerontocracia) y al no haber elecciones a la vista, el núcleo llamado a desaparecer nunca podrá reprochar posibles malos resultados electorales a la nueva dirección.
Es lógico que primero se ataquen los flancos más débiles ( Valencia y Aragón, por ejemplo). Muchos tomarán nota del escarmiento. La victoria final, se consolidará con el asalto a Andalucía y el Susanato. Lo mismo hizo Alejandro Magno, tomando a sangre y fuego las primeras ciudades que se le resistieron. De esta forma, ya no fue preciso batallar en otras muchas ciudades de más calado e importancia. Se le rindieron.
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