lunes, 26 de junio de 2017

Más sobre la inmigración

Siguiendo con lo comentado hace unos días, vuelvo de nuevo a la causas del problema. A ver si enteran toda esta pandilla de xenófobos y poco leídos que pupulan por ahí. 

Donde mejor está cualquier persona es  en su hogar, alrededor de su familia, en su país y en su cultura. Existen excepciones, desde luego, pero creo que la mayoría, sea de donde sea, ve las cosas así.

Los inmigrantes no han venido, sobre todo los más pobres, para fastidiar a nadie, ni para invadirnos, ni para hacer uso y abuso de nuestros servicios sociales en detrimento de los nacionales. Todo el mundo dice saber de un caso, que le han contado o sabido, pero si indagas cualquiera de estas leyendas, te encuentras al final con una intoxicación más. Las verdades se cuentan a medias, y al final siempre aparece una disposición legal que permite el " privilegio", que cualquier español a igual renta o exclusión social pudiera haber  llegado a disfrutar.

La situación es otra. La desigualdad en el mundo neocolonial  en que vivimos ( lo llaman la mundialización), hemos creado desde occidente, y las guerras que muchas veces  provocamos, han originado las grandes migraciones. Y los empresarios y su tasa de ganancia están encantados con el fenómeno pues a mayor demanda de trabajo, salarios más bajos en las metrópolis. Que me presenten un empresario, con más de 300 trabajadores, que no apoye estos movimientos migratorios.

Obtenemos y explotamos los recursos de los países pobres a precio de saldo, utilizamos sus territorios como depósito de residuos que nadie quiere  y si tienen suerte, les deslocalizamos  nuestras empresas empleándolos con salarios casi de hambre y sin las debidas garantías sanitarias. Hemos desestructurado sus medios y sistemas de vida y subsistencia, sus costumbres, su cultura y derecho ( porqué lo tienen, aunque no sea como el nuestro) y los hemos empobrecido. Tenemos en nuestra agenda de sobornos a todos los tiranos de los países pobres, bien coimeados como dirían los latinoamericanos;  y si alguno no sigue nuestras órdenes, simplemente se le asesina en nombre de la libertad. Que me digan cuantos libios o sirios, por ejemplo, vieron  ustedes por estos pagos, antes del asesinato de Gadafi o de  la provocada guerra de Siria. O iraquíes, mientras vivió Sadan Hussein; e incluso  resultan escasos los venezolanos actualmente, salvo los pudientes  con buena cartera que no pueden soportar el régimen social que se intenta implantar, régimen éste que, contra viento y marea, EEUU y sus aliados internos boicotean  y desestabilizan a diario. Lo que sí encontrarán serán rumanos ( casi un tercio del país ha emigrado) después del asesinato del comunista Ceausescu o ciudadanos de Colombia, país paladín de la libertad como se nos presenta falsamente ; también de Marruecos, ese país amigo, donde un rey  títere de las multinacionales administra robando a mansalva, o ucranianos con su libertador Porochenko, gran amigo de occidente y enemigo de los "malvados rusos". Y gentes de Mali, Gambia  o Chad y todas esas repúblicas del África negra sometidas  a nuestro servicio. Hay muchos más países, pero indaguen lo que sucede en éstos, y quién los administra realmente.

Pero dicho cuanto antecede, habrá que concluir, si encima nos llenan de recortes sociales  y sanitarios por todas partes para pagar a la banca y las autopistas, o subvencionar a las eléctricas, que para colmo abusan en los recibos que pagamos, o nos condenan al  paro, o a los bajo salarios y el precariado, que la llegada de inmigrantes acelerada y a conveniencia de los organizadores mundiales de todo esta operación llamada globalización, crea de por sí problemas, constituye un choque brutal de culturas,  y todo esto lo sufren las capas más bajas de la sociedad. Raramente los guetos  se forman en los barrios ricos de las ciudades.

Al igual que las comidas se digieren poco a poco y no es bueno empacharse, tenemos la capacidad de asimilación cultural de que disponemos, no  de toda aquella que interese a los grandes capitales de la mundialización, en búsqueda de sus  ilimitados beneficios al precio de lo que sea. Aunque pedirles a estos señores ayudas y tratos justos en sus relaciones comerciales con los países del tercer mundo, es como si oyeran llover.  

La multiculturalidad forzada y acelerada es un fracaso, aunque muchos pseudoprogres la defiendan, en complicidad-  consciente o no- con las multinacionales que han diseñado esta injusta globalización.

Culpen de lo que sucede a los auténticos responsables.

  


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