Hay
tres clases de independentistas en Cataluña, según lo veo yo.
El
primer tipo de independentista es el puro, el autentico, el que bebe
en las fuentes de romanticismo. Es aquél que siente pertenecer a una
colectividad, con psicología distinta en la forma de entender la
vida en sus relaciones personales, familiares y comerciales frente al
resto de los pueblos de España. Y esa diferencia, se ha formado a
través de siglos mediante la lengua, la Historia y una cultura
propia en un determinado territorio con proyección al Mediterráneo.
A
este sujeto tampoco le importaría la reedición confederal de la
Corona de Aragón y se siente ajeno en todos los órdenes a los
destinos políticos del resto de los pueblos peninsulares.
El
segundo, es el más prosaico. Podríamos denominarlo el materialista.
Sabe a la perfección que en el actual estado español, el concierto
fiscal le va a ser negado a Cataluña ahora y en lo sucesivo. Las
regiones más atrasadas de España ( Castilla la Mancha, Andalucía y
Extremadura) y el centralismo madrileño, más Castilla- León, lo
van a impedir. Y de esta forma, al ser Cataluña el más destacado
contribuyente neto a las arcas públicas, es sabedor que los ingentes
caudales que sostienen de forma crónica lo déficits de esas
regiones atrasadas, revertirían sin duda en una mejora de sus
servicios públicos y asistencias sociales. Busca exclusivamente un mejor bienestar.
Y,
el tercero, es el más político. No le importaría formar parte de
España con un diseño federal del Estado. Pero ha llegado a la
conclusión que España es, desde hace siglos, un cortijo
oligárquico irreformable de rentistas, funcionarios y empresas que
viven de los corruptos favores públicos. Siente que todas las
tentativas de hacer de España un estado más moderno, tolerante y
justo están y estarán llamadas al fracaso, como la Historia ha
demostrado. No le importaría contribuir de forma neta, con un
determinado umbral, a la solidaridad regional en otra estructura del
poder, que nada tiene que ver con la actual( herencia de hace
200 años al menos).
Contempla
a España como algo cañí y atrasado, camino de la ruina. Ve a los
pueblos que la componen atrapados en una estructura que, para el
beneficio de unos pocos, los acabará empobreciendo del todo. Es un
separatista que ha decidido bajarse del tren que no conduce a ninguna
parte y ha decidido tomar un nuevo rumbo, con un nuevo vehículo. Ha
tirado la toalla en la reforma del Estado español.
En
síntesis, este independentista a la hora de la verdad, nada
tiene contra España, y sí todo contra el Estado español.
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